Tuesday, January 20, 2009

EL VAMPIRO DE LA CALLE ALVAREZ




Huele a leche cortada. Carece de sol en la inteligencia.
Poco a poco ha extraviado permanentemente los dientes frontales.
Las estrellas que abren la puerta de su casa no esperan visita. Del balcón, mitad oculto, observa atento el trafico de la calle Álvarez.
Con gesto sombrío baja a toda prisa. Tiene un par de anuncios de exclusividad de estacionamiento, los cuales ya han caducado.
Caer ahí es como llegar a la dimensión desconocida.
Va a tardar mucho, pregunta aun no bajes del auto.
Espero visita de mi familia que vive en la colonia del Valle.
A los dispersos nadie asiste.
Zarpazo por medio, los conductores le obsequian unas monedas, lo suficiente para cubrir su alimentación básica: un refresco en botella, de medio litro y una pieza de pan.
A todas horas colecciona la basura de toda la manzana.
Substrae las bolsas de los desperdicios colgadas en los barandales de las casas.
Es un vouyer que le tiembla el rostro, al compás de ese coro de voces que le hablan en la memoria, en una sinfonía de tormenta.
Arrastrado en la inmensidad de la ausencia, toma baños de sol desnudo en su terraza.
Santo y profano.
Demonio de la calle Álvarez, toma su sexo erguido, lo exhibe, da golpes de muñeca, despunta los remolinos de sus ansias con las manos.
Quienes le han visto en ese transito de su flores ya marchitas, se duelen por el escaso uso de casa: la más hermosa, cuidada, plena, grande y mejor ventilada, de toda la calle.
Un día llamó a la puerta.
Pidió prestado un abrelatas. Lo negué, por miedo de ser víctima de un sableador profesional.
Ese cuerpo tan blanco, desigual y enjuto, busca sorprender con una carnada tan absurda.
Se marchó con las manos vacías de la pesca compañera.
Siguió otra ruta más pronta para llegar a su extraviado sol.
El aroma agrio se impregnó en los umbrales del olfato.


No comments: