Todas las mañanas, cuando me
meto a bañar, en el espejo de media luna en el baño, el diablo deja un mensaje:
Te espero en la noche, cabrón, o mato a tu suegra.
Más vale que sigas trayendo
mezcal y que lo bebas sin hacer tantas caras, como si fuera medicina pinche.
Compra el más barato que
encuentres. Tómalo, disfrútalo. No lo mescles con nada, ni jugos o refrescos. Luego piensa en lo importante que es la vida.
No se como decirle a mi
vieja.
Llego a jalar y voy bien
madreado. El contratista dice que tengo problemas con el alcohol. Que si no he
pensado en entrar a una clínica de desintoxicación.
Inge, le contesto, no soy
yo, sino una fuerza superior la que me tiene tan amohinado.
Crudo y sin hambre. Neta cabrón
que al diablo lo traigo bien clavado. Ese pinche diablo ya se estableció a sus
anchas en el hígado.
A todas horas me recuerda
que ya falta menos para la cita cotidiana. Ya va a caer el sol mi rey, dice, a
ver como le haces porque ya tengo mucha sed. Veo de una vez a la licorería y esconde
la botella en la lonchera.
Nomás observa la tembladera
que traigo. Dime si no es para andar dando pena ajena con tanta sudadera.
Puta, como duele. Me dobla el
dolor por la noche.
Mi vieja me dice: ¿que te
pasa mi amor?
Nada nada, duérmete, ahorita
regreso. Voy al baño.
Me paro, sin despertar a la
suegra y a los niños.
Corro la cortina. Me siento
en la taza.
Del tanque sacó la anforita.
Le doy un buen trago. Cae por la garganta como fuego, ardiendo.
Golpea como patada de mula,
seco. Me lavo la cara, dejo correr el agua.
Bien, me dice el diablo,
ahora ya estoy contento.
Regreso a la cama agobiado. Me
quemo le digo. Mi vieja se quita el sostén, se saca una teta y me dice, bebe.
Luego se quita la pantaleta
y me monta.
Pero no se si es a mi, o al
diablo que esta dentro, con quien esta cogiendo.
Dice mi vieja que cuando
llego a la habitación huelo a azufre, debe estarse tapando el caño, le
contesto.
Me dijo Lencho que parece que
los de la junta vecinal aprobaron el proyecto con el municipio y van a poner
drenaje profundo, antes de la temporada
de lluvias, ya no vamos a traer los zapatos enzoquetados.
Ah, debe ser eso, contesta.
Huélame compadre y dígame,
no tenga miedo, acérquese, no me lo voy a comer, no se culee: ¿huelo a azufre?
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