Friday, June 08, 2012








Eso comprado en el barrio del pozo es harina en polvo, bicarbonato para lavarte los dientes.  Jabón todo cortado. Mezclado con veneno para ratas. Quizá en algún momento tuvo algo de soda. Solo en el recuerdo.

Desde meses atrás ofrecen ilusión para los desesperados. Pobrecitos junkies.

Por más esnifadas no vas a subir a punto alguno en la atmosfera. Jamás podrás alivianarte del cotorreo. Perderás la conciencia. Serás el rebane.

Sentirás la nariz reseca, sanguinolienta. Te congestionas en el sistema respiratorio. Florecerá toda una gran ilusión fallida.

Pero es lo disponible. No hay más.

La vida nocturna se ha puesto en llamada de espera. Sitio seguro para transitar, solo en sueños.

Y en el patio de las viviendas. Sin hacer mucho ruido.

Para no llamar la atención de las brigadas de maleantes transitando en los taxis. Asaltando incautos. Yendo a combatir a la contra. A darles piso a los chapulines y a los competidores.

Esto es Monterrey el día de hoy: Una guarida de maleantes y ladrones. Antes exclusivo a los de cuello blanco y sus socios políticos.

Las familias pudientes se han marchado. Texas es opción, el valle y hacia el norte, rumbo a Houston y Dallas.

Ahora la inmigración ha alejado la geografía. El sitio de moda  la Florida.

Miami es la nueva isla del padre. Con todas sus denominaciones de origen.

Poder saludar a los amigos de la colonia en los restaurantes de moda. Planear el fin de semana. La carne asada y los ligues apantallantes. Ver desde el apartahotel exclusivo con entrada restringida los partidos de soccer de los equipos de casa. Con las playeras oficiales puestas. Cuanta nostalgia, cuanta desazón. Desde la trinchera los toros se ven mejor.

Pasear por la bahía en los yates. Ponerse a tomar el sol. Broncearse. Beber champagne. Planear el próximo fin de semana. El sex y el after sex. La ropa olvidada no importa. Vamos a comprar más al mall.

Trabajar en los canales latinos. Hacer negocio con los cubanos.

Perfeccionar el uso del idioma ingles.

Monterrey se ha quedado atrás, en el submundo de la mentira.

Abajo, en la frontera de las balas, el levantón y la extorción, nada nuevo para quienes se dan de topes, los bragados furibundos, la generación de la carne de cañón. Los reclutados por la compañía.

Monterrey, el perdido avatar frustrante, luce el traje horrendo de la desesperación.

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