Monday, June 01, 2009

Moralitos



Ni su andar afeminado, o la voz dulce y delicada dieron la alerta a la directora de la secundaria cinco, de juárez y mm de llano, en el centro de Monterrey.
Llegó muy bien recomendado del Secretario General del Sindicato de Maestros. Con oficio de asignación a la plaza, cantidad total de horas para impartir clase por semana, hasta la materia asignada: inglés en los tres grados.
Moralitos viste blue jeans apretados, silueta delgada, cabello rizado, un poco escaso al frente, nariz delegada con una pequeña desviación, lentes de aumento imitación a los de John Lennon.
El fin de semana comienza desde el jueves. Ronda la calle Madero. Se va de juerga a bailar electrodance al Arcoiris, donde comienza la noche.
Luego al Venneno, el Papichulo (que ganas le tiene a eros, ese chico stripper con quien deja sus bonos de despensa).
De regreso se interna en la oscuridad del Jardín, Wateke y en el Güichos Bar.
En este último, encontró a Javier, alumno del tercer grado, con quien bailo en la estrecha pista junto a la rockola.
Bebieron de la misma caguama, fumaron del mismo cigarro, rieron de su jotencia.
Entraron al retrete juntos, Moralitos, soportando el aroma nauseabundo, le bajó el sipper de la bragueta y le hizo sexo oral.
A la sombra de los pasos lo invito ir a ver películas porno a su departamento. Moralitos estaba enamorado de Javier, de su vigor y sus cariño de secundaria.
Se sorprendió cuando llegaron los ministeriales hasta el aula donde impartía clase en la Secundaria Cinco.
Primero con el conserje que asustado corrió. Luego la directora les dijo que procedieran como explica la orden de aprensión.
Moralitos fue exhibido como pervertidor de la juventud en el periódico “el Sol”, con letras rojas lo describieron como Chacal Maestro de lenguas extranjeras mantuvo relaciones sexuales con un alumno, del sexo masculino, a quien le propuso ir a su departamento a ver películas pornográficas y le realizó sexo oral.
Dos años preso Moralitos, gasto parte de su herencia en la defensa del caso.
Cuando se reencontró con Javier en el Pollo KFC de la Alameda, absuelto por falta de pruebas, no le salieron palabras más que la letra de i wanna hold your hand de los Beatles.

1 comment:

Rüth Smith said...

que paradójica realidad y triste historia, el amor condenado, vituperado y restringido.