Monday, March 30, 2009

El Zopi


En la medicina encontró el respeto que en lo físico no dispuso.
Desde la temprana juventud, interesado en el sexo femenino, su carácter nervioso, lo delgado de los huesos, el escaso cabello, su cabeza de foco fundido, hablar tartamudo, utilizar la lengua de taquito y salpicar con saliva a las interlocutoras, convirtieron carta de exclusión desde la misma primera cita.
Pasó la primera década, las chicas que pretendió por años, fueron contrayendo matrimonio.
De ahí el apodo del Zopi: mujer que Alonso pretendía, sin duda al año siguiente, ya estaba casada con el amor de su vida.
Solo Rocío Egla, mujer soltera de 35 años, se atrevió a salir con él.
Conociendo sus poderes curativos en el asunto de lo que algunas personas llaman amor a la soledad.
Al concluir la cita, al regreso de la cena, Alonso pidió un beso a Rocío.
Ella meditó: a mayor esfuerzo mejor resultado: el beso en la frente bajó a la mejilla, por efecto del calor se convirtió en la boca: el de boca en el cuello, el del cuello en pasar la manos por sus pechos: ahí es donde dijo en vez de Alonso: ¡Zopi!, ya estuvo.
Rocío asustada le dio las buenas noches.
No es muy decente sentir calor, menos vía culposa generada por un hombre. Decidió Rocío de la mano de la terapeuta sexual, aceptar su lesbianismo en un país del tercer mundo.
Alonso hizo una especialidad en Ginecología (ahora si tendría trato con mujeres), luego otra en Cirugía Plástica (les levantaría sus egos con implantes usando las manos) y un diplomado en Reiki sin complejos (para aliviar todos los males).
El zopi, dejó el orgullo de sus padres, habitantes distinguidos de la colonia del valle, mas del noventa por ciento de su cabello reblandecido por la herencia de calvicie, y comenzar a frecuentar nuevas comunidades, aun de menor valía.
Por andar espiando a una vecina, ninfomanía-cantante de la trova nostra, el Zopi lastimó su rodilla derecha.
Renguea utilizando el bastón de cuerpo de madera con empuñadora de marfil.
Zopi, doctor-calvo-tartamudo-cojo-salivoso, dos generaciones han sobrevivido a sus invitaciones.
Ni San Antonio puesto de cabeza, ha casado tantas damas.

Thursday, March 26, 2009

Baby Face: el librero de la calle Espinosa.



Todas las tardes cuando el sol comienza a caer, Marcelo, apoltronado en el desvencijado y polvoroso sillón, se lleva a la boca su pepsi ligth de dos litros, que a esta hora, ya esta caliente.
Luego prende un pall mall. Sigue con parsimonia, tallando con la navaja, unos pedazos de madera: los dos ladrones y el salvador al centro.
Marcelo, ojos azules, rollizo, chapeado de mejillas, habla como niño, su cuerpo, de más de sesenta años.
Seguidor de las tesis marxistas aplicadas en la Universidad de la mano de Pepe Revueltas, dedica la vida a comercializar libros.
Asiduos compradores sus vecinos: los trabajadores de la empresa de seguridad.
Marcelo ofrece a los guardianes, compañeros de papel, los selecciones viejos, los contenido, poetas clásicos y de nueva sangre, cuentos liberadores de experiencias, toda clase de idea impresa.
La rutina en los guardias de seguridad se llama vida. Está corre muy lenta en sus turnos de doce horas.
Con su cara de niño, Marcelo, fusible fundido en los hemisferios cerebrales, fruto de la década de liberación de los sentidos y el amor a mansalva, desconoce la vida independiente.
A toda hora su madre, la anciana de tez blanca, cabello corto algodonado, que le heredó la forma y color de los ojos, se asoma desde el interior de la casa-negocio para ver que todo esté en orden.
Marcelo diabético fumador, amoratado en las piernas, mueve poco los pies.
Sueña con volver a ver a su hijo. Que no conoce, pero que sabe que ya crece, y va a la Universidad.
Espera contarle de las tesis marxistas y compartir las ideas de Pepe Revueltas y de su amistad fugaz.

Tuesday, March 10, 2009

los hermanos caradura




Sentados en la barra de la Pirámide, Ricardo y Daniel, se sienten muy buenos.
Ricardo, el mayor, bebe cerveza oscura. Egresado de Contador, el mayor de los dos, es ejemplo de lo cosmopolita.
Viste boina española, camisa de diseñador y pantalón de pinzas, y zapatos italianos sin calcetines.
La fragancia favorita es de maderas y siempre selecciona de la rockola las canciones de Cachaito y del colectivo Buenavista Social Club.
Vivió un par de años en los Estados Unidos. Con su sueldo le pagó a Daniel la carrera de abogado en el Tecnológico de Monterrey.
Daniel, es carita, menos pedante que Ricardo, más alivianado para el asunto del arte, con talento, aunque con menos efectivo en los bolsillos.
Solo toma agua mineral. Tienen en común, a la par de los apellidos, el gusto por los Marlboro blancos.
Toda la carrera sufragada por su hermano, le sirvió para emparentar con una familia de la colonia del Valle.
Si bien estudiar derecho en el tec no da experiencia profesional en la rama de las leyes, si permea de contactos posteriores, y da lo mismo bajar la bragueta con una chica de la uni que del tec, consejo sugerido por Ricardo a su hermano.
Eso Daniel aplicó correctamente.
Los tres o cuatro viajes a europa de Daniel, de gira, de comparsas meritorios de Cemex y de Gerardo Maldonado, el lic, como le conocieron.
Dedicados a entonar huapangos, sones, polcas y música vernácula.
Ofrecer tequila y sonrisas bonitas de, mexicanus, oh mexicanus, blancos, rubios y de cabellos liso, en las exposiciones donde la Cemex, promociona sus productos.
Ricardo y Daniel son extremistas de la religión de todos los días.
Amilienialistas consumados para ellos el Apocalipsis es hoy. Descreen de sus adversarios. Hacedores de juicios sumarios. Con sencilla algarabía destrozan reputaciones: si no puedes con el enemigo, humíllalo, difámalo, pero nunca le des una segunda oportunidad.
Daniel se casó y jamás ha dejado el tecnológico, donde cobra cada quincena.
Ricardo eligió seguir el ministerio como pastor, después de un año sabático, y otro de desempleado, en un seminario en Nueva Orleáns, un sitio tan lleno de color, de jazz y de buena cerveza oscura.
Nada se compara de los hermanos caradura, como cuando, una noche de viernes en la Pirámide, su padre, el Pastor evangélico, les encontró haciendo cabriolas con el humo del tabaco.
A Ricardo con su cerveza oscura y a Daniel, besando a Gladis, una parroquiana de cepa del bar.







Tuesday, March 03, 2009

Moving Pictures




Hay que dar un buen ejemplo de disciplina y de vida en santidad, le dijo Isdraías, ministro de la congregación de los separados por instrucción divina a Jonatel, su asociado.
No es para menos. El cuestionado Pepón, recién abandonado, por su esposa después de tres años de matrimonio.
Le dijimos que no se debía unirse en yugo desigual con los infieles. No entendió. Cuando Pepón estuvo viviendo temporalmente en Sonora, se enamoro de esa mujer, no nos solicitó consejería familiar. Se fue por la libre. Ahí están las consecuencias.
De que han servido tanto los talleres de la doctrina de la separación, no podemos tener tratos con los incrédulos. Somos agua y aceite. No debemos mezclar ni nuestro dinero, pensamientos, posesiones y sonrisas.
Jonatel le comento a Isdraías: no crees que es mucho exhibirlo frente a la congregación, un domingo por la mañana.
No, espetó, de preferencia que Pepón se presente temprano para que lo haga primero en la Unión de Jóvenes, los menores y los profesionistas jóvenes, donde les confiese públicamente sus errores, que el pecado salga a flote.
Pepón tuvo que apechugar con tal de seguir en la comunidad, con los derechos limitados a solo asistir, sin voz ni voto.
El discurso de confesión de pecados y de cómo volvía al redil el hijo prodigo no se salió del scrip que le hicieron memorizar.
Contó una bella historia de amor desesperado.
En cada una de las frases como agujas se le clavaron en la memoria. No estaba solo. La comunidad de los separados por instrucción divina le recibieron, con limitantes, pero siendo muy justos.
Por eso compraron para edificar su templo, un gran terreno a la salida de Monterrey, por el rumbo de la carretera nacional, para vivir alejados de las mundanales tentaciones, por lo menos, una vez a la semana.
Cuando Armando, el hijo mayor de Isdraías le llamó y le dijo a su padre que su esposa le pidió que se marchara y le solicitó el divorcio y la custodia de sus hijos, Isdraías como buen ejemplo de disciplina y santidad le permitió ausentarse seis meses, pagados por la comunidad, para regresar con las aguas ya mansas.