Tuesday, September 20, 2005

El suavecito














Tengo veintitantos años y aun no he logrado nada en la vida. Si me casé con ella fue por inercia después de mucho tiempo de estar juntos. Un día llegó con esa novedad a nuestra cama.
Quizá como puntada de borrachera habría sido interesante, pero como a ella le molestaba mi manera de beber, no me desagrado hacerla mi esposa: si estas sobrio no puedes verle los defectos a tu novia o pareja, para eso se necesita el alcohol, para desinhibirnos y soltarnos la lengua, y armar complots.
Mientras tanto la brisa de un ventilador esta puesto de manera giratoria en el escritorio de la secretaria gorda del quinto de lo civil.
Aquí estamos esperando, haciendo fila para entrar con el juez, para eliminar esa horrible mancha en mi vida. Ese error tan flamenco.
Ella llego acompañada de su amigo gay: no vale la pena describirlo, pero para los curiosos es algo así como blanca nieves con uno de sus gigantes, tan fashion y cool.
Lástima por ella, si la fuera a golpear trae su guardia de seguridad, seguramente me daría arañazos en mi cacarizo cutis.
Me urge demasiado dar por finiquitado mi asunto con ella. Es una verdad solitaria.
Ya no duelen las desveladas por las cantinas, de llorarla en tantas barras, comiendo cacahuates y subiendo el tamaño de mi panza, de esa desilusión el resultado son ocho kilos de más.
Inflado y abandonado por completo, me doy al vicio, pero ese medio día, sale de la oficina una hermosa rubia. Ella voltea y yo sonreí..
Ingreso primero con el juez. Le digo, aquí esta la chica. Pásala pues. Antes le pregunto por el asunto de la güera ojo azul.
Se acaba de divorciar. Pero aun le faltan algunos papeles por arreglar.
Me sobo las manos, parece hay una prospecta para invitarla a salir, de ir al cine, como antes se usaba.
Entra mi aun esposa. El juez nos reconviene si hemos pensado completamente esa decisión de disolver nuestra relación, sobre todo, a los dos meses de casados, quizá deberíamos esperar un poco.
En eso lo interrumpo y le digo eso esta de más.
Ella asiente. Solo tenemos un problema una propiedad en común. Debemos de volver a buscarlo cuando finiquitemos ese asuntillo.
Te recomiendo lo hagas antes del próximo jueves. Ese día vuelve Eugenia.
Así se llama la rubia superior: Eugenia.
Ni hablar mi aun esposa sale acompañada de su guarura gay. Le digo, mañana mismo vamos a la hipotecaria y agilizamos cualquier problema. Devolvemos la casa y quedamos a mano. No me debes nada. Y yo estoy dispuesto a olvidar si te hice daño.
Ella se ríe: eres un cínico, suavecito, cabrón, por ahí ya has de traer algo en vista.
¡Como corazón!, le contestó, si aun estoy viviendo mi duelo, todos los recuerdos y las veces que hicimos el amor, no es tan fácil de olvidar.
Y si fuera poco no ves semejante panza, quien crees se va a fijar en uno en estas situaciones.
Hacemos una cita en la hipotecaria. Yo pienso en Eugenia. Regresamos las llaves de la casa. Ellos se quedan con el enganche a manera de depósito por si hicimos algún desperfecto.

El jueves temprano llego y me topo con Eugenia. Llevo un libro de poesía. Trabamos miradas, me derriten lo azul de sus ojos. Sus largas piernas de lluvia y el cabello girando con el ventilador de la gorda funcionaria.
Después de un buen rato de charla, ella también conoce mi historia.
Por ahora solo le pido su mail, para darla de alta en mis contactos. Mi aun esposa esta por llegar, y el juez ya esta esperando a Eugenia para terminar su matrimonio. Es nuestro día de la Independencia. Solo nos hicieron falta los fuegos pirotécnicos. Eugenia, y yo, y mi ex completamente disuelta.
Mi ahora ex, con que libertad puedo mi buen, puedo decir: arriba y adelante.

Monday, September 19, 2005

Historia de un gato



me emborrache
y me metí buscando
una sala de masajes
que es vecina
de las oficinas
de los hinchas del club de fútbol
contrario al mío

no pude preguntarles a un par de novios
que ahí mismo estaban fajando
en la oscuridad
por donde llegar
en esa escalera hasta
el salón del placer


tenía hecha la lengua
de trapo y los ojos al revés

subí al carro y busque en la noche
un lugar que dijera open con luz fosforecente.

Sexcreto





ella escribió
te tengo un sexcreto:
te amo

yo seguí
al pie de la letra sus palabras
y las acomodé por orden alfabético
en el carrito del supermercado.

Vampirella Dicionario






alguien dijo
te estas volviendo viejo

lo comenzaba a sospechar
pero no estaba dispuesto
a entregar mi bandera blanca

la barba rala
mis ojos cansados
de tanto sol en este desierto




en los bares
no me piden mi id
para entrar
puedo beber hasta caer
despertar seguir bebiendo
esa es una gran ventaja de la edad.

Subibaja





el largo pasillo de las mentira.
siempre lustrado y limpio

sobre él
puedes derrapar caer
en suma el ridículo

cuando esta lleno el paisaje
de aves de todos colores y plumajes
sabes que te están juzgando

la encuentras a ella
o tropieza contigo

lindos lentes
te dice
para romper el hielo

¿subes? pregunta

es demasiado tarde
declararte incompleto

la vida es tan penosa
que si la fortuna no se vendiera
en galletas
estoy seguro
que ella seguiría ahí

preguntándo infinitamente
si subo o bajo.

Me duele la pata de ser tan guapo




mi pie de palo
tiene un asunto
serio
muy importante
con tu corazón de melón.











Naufrago cotidiano
Para Vigil, Cherkowski, Vejar y Martínez Renteria

conocí
al biógrafo
de un excelente escritor
yo quería saber
mas de sus excesos
de las mujeres y el vino
la cerveza y el dormir en lugares inmundos

el biógrafo
de mi escritor favorito
(que desde hace algunos años
ya duerme bajo tierra)
me dijo
de regreso en el autobús
si hubieras besado
dos veces mas
a esa chica que conociste
estoy seguro que chinaski
te habría aplaudido.

Monday, September 12, 2005

el rap del lunes enamorado




alguna vez tuve una familia
una residencia con diez y ocho bombillas
para quienes hacen encuestas casa por casa
dos baños y medio
una larga cuenta de infonavit

un papá y una mamá postizos
a quien visitar todos los domingos
y comer con ellos barbacoa de pozo

nos preguntaban para cuando
yo no entendí claramente
supongo que ella tampoco

había en casa varios diccionarios
que consultamos
el de ingles- español
francés- español
muchos libros de superación personal
pero ninguno hablaba del para cuando



ella me juraba amor algunas veces
yo casi siempre le era fiel
como un perro de la calle.

un día comenzaron a faltar
cosas en nuestra vida
la largas horas de conversación
paginas a los diccionarios
la familia que visitar los domingos en la tarde

ella limpiando nuestro cuarto
las diez y ocho bombillas
y hasta los recuerdos
mas íntimos
que sonaban con el viento.








Instantanea Rodak



quisiera decirte
que me conoces como nadie
o nadia
pero el primero no existe
y la segunda
ya pasó.

Friday, September 09, 2005

Quien diablos es Julliete




no termino
de comer
y otra vez
me enamoro de algo
afrentoso clasiquero.

la veo en su minúsculo
traje de baño
con el que sale a cantar
de vikinga
de cualquier manera
es julliete lewis la arcangelópolis
del rock
que lloren
los que salen en la eme te ve
yo siguiere
enamorado de su iconoclasta cintura y de
sus pechos
esos pequeños e inhibitorios cálculos
de células mamarias.

Mejores deseos



me alegra recibir
tantas cartas el día
de mi cumpleaños

ositos arcoiris
águilas volando
sobre las montañas

nunca cambies
eres el mejor amigo
de toda mi vida

adoro recibir cartas
el día de mi cumpleaños
aunque los chicos
de marlboro
y el senador del estado
no les preocupa
si estoy muerto o en trámite
ellos son puntales
propagandistas.






Escena después del desastre


cambie de canal
el bote de la basura
tus cartas sobre mis fotos

cambie mi fama
por un jugo de verduras

la forma de caminar
el peinado para atrás
mi número de celular

te debo toda mi infelicidad
del tamaño de una canción
tres minutos con veinte

hoy voy a correr las cortinas
de lado a lado
para dejar entrar el sol otra vez.

DE NOCHE TODAS LAS GATAS SON GATOS


Arcoiris 5.0

Para Pedro López Alvarado, Arnulfo Vigil, Margarito Cuéllar y Roberto Jorge Rodríguez


el rubio superior
el vaquero de bigote hondo
bailan juntos
una de juan gabriel

el paulino rubio
el mónico naranjo
las loquitas
suben al escenario

la chica de gorra de beisbolista
abraza a su vieja
y le regala una rosa fosforescente
que brilla en estos escombros

cae la noche
y se abre la mañana
en el arcoiris



Papi Chulo


le dicen el cantinflas
en los cruceros
sube en un intermedio
cómico mágico musical

mientras los chicos
de triceps enormes
se cubren sus penes húmedos
con una toalla

juntan los billetes
de veinte pesos o
la morralla
que les aventaron
cuando subían y bajaban por el tubo

cantinflas esta seguro
y grabadora amarilla
en mano
mueve el bote
da un pasito para acá
uno para allá

le aplauden las borrachas
las teiboleras fuera de horario
de trabajo

le aplaude el gerente
los meseros
el señor de la puerta
la avenida zaragoza
también lo hace

por último
le aplaudo yo







Wuichos bar

una mancha
pegada en la pared
en el más nauseabundo baño
dice la leyenda
que una vestida
desquinta sus victimas
primero los ronda
como gato en celo
los observa alcoholizarse
luego los toma de la mano
dando tumbos nadie resiste
no hace falta decir
si la pasan bien
o descubren
una nueva sexualidad
las pruebas son catorce manchas
pegadas en los azulejos
de ese nauseabundo baño
donde wuicho ya estuvo ahí.



Jardín Cruz Blanca

prometió
darme la mejor mamada
que jamás haya tenido en mi vida
solo dame diez pesos
para poner una canciones
de yuri y jose alfredo
después de eso
soy toda tuya seré tu angel
yo le di un trago largo
a la cerveza
vi mis diez pesos
en la panza de la rockola
a él bailando la
danza de los siete velos

después de todo
no esta tan mal
una mamada por diez pesos.


La Huapalaina


la veo a ella
la mujer mas perfecta
blanca su piel
sus hermosas pestañas
esa tanga
su depilado permanente
su nariz señalando al cielo
tan exquisita
toda ella
el diablo con
vestido azul

yo profano
su templo
con mis miradas

soy su péndulo
alcoholizado buscando la boca
del transvesti mas hermoso del mundo.


El Florida

luis javier ríe
mientras le lame
las cicatrices
a la cerveza indio

estamos adoloridos
de placer le digo

arnulfo sonríe
mientras da la bendición
en cada ronda

a donde ir
cuando la noche
me recuerda todo lo
que soy

luis javier ríe
con sus colmillos de escorpión


Baños capri

el evento
del día de hoy
es tomar un baño
en un lugar gay

está de moda

en la entrada
te dan una toalla
un candado
del locker

ahí guardas tu ropa
y puedes hacer tu propio show
eres el rey con su traje invisible
la toalla atada en la cintura

las loquitas son mariposas
esperando ser clavadas.


Bar Imperio

donde se reúne la noche con el día
el domino con la cerveza
el periódico el sol con los cacahuates
las cuentas por ambos lados
del cartoncillo

en el bar imperio
las mujeres viven en la televisión
algunos se soban la entrepierna
desechando flores

donde la puerta esta abierta
y un tablón impide ver hacia dentro
puedes beberte los ojos
con una doble penetración

en el bar imperio
los viejos dan sus últimos suspiros
antes de llegar a casa
cansados y ebrios.

Tuesday, September 06, 2005

Bien Fría




Mi blanco carro es un desmadre: un corcel nacido en una cuadrilla económica: japonés y armando en quien sabe donde.
El cuarto donde duermo fue antes de mi hermana, aquí también reina el caos, mi antiguo cuarto es ahora una bodega de juguetes de mis sobrinas.
He comprado muchos mas discos de los debidos. Pero sin música el mundo se detiene. Nunca es suficiente, si el asunto es ocultar la tristeza.
Puedo nadar en dinero en la tarjeta de debito. Entrar a los mejores antros de la ciudad sin hacer fila ni reservación.
Comer en el restaurante de moda los platillos más exóticos.
Salir en las páginas de sociales, ser el metrosexual mas asediado por las niñas bien.
Andar de novio con alguna de un apellido último modelo, pero nada, absolutamente nada, se compara a la coca.
Al rasurar la cara llevas el mismo rumbo, ahora no sabes reír. Desayunas del mismo lado de la mesa.
Bucólico sales manejando estrías. Todo nace, todo crece, y alguien ahora mismo esta muriendo.
Pepsi Cola, Doble Cola, Coca Cola, Diet Coke, Diet Pepsi. Es necesario renombrar ese jarabe espumoso nacido en 1886.
Pero nosotros los loquitos la llamamos soda.
La quiero blanca y fina como la arena.
En una pequeña bolsa, para guardarla en la cartera, o el pantalón. Deseo presagiarla, envolverme en su canto, sentarme en el sofá de mi mundo imaginario, y dejar el eco fluir.
Compro palomitas con los meseros de los antros, un doscientos puede durarme varios días de eterna felicidad.
No debo de ser demasiado atascado. Eso lo tengo claro. Entre nosotros dos es un acuerdo. Su sabor a medicina en la faringe es una divina obscenidad.
Soy un péndulo, no interrumpo sus ganas de poseerme. Amo dejarla aquí, mientras ella corre y juguetea con mi sangre, se va desenvolviendo en mi cerebro, lo lava y lo deja rechinando de limpio.
Sus raíces me juran arrancarme mis cicatrices. La soda nuestra de todos los días.
Los tornados, las sequías, las hambrunas, el vih, el cáncer en los ovarios, el de próstata, la ineficiencia del seguro social, el gobierno del cambio, el incambiado gobierno de los chiquillos y las chiquillas matan mas gente que la soda.
Ella me conoce como nadie. Tiene una señal luminosa si cae la noche. Vez ese puntito arriba del cerro, ese mero es.
La soda no es un lugar común. Soy tan feliz de conocerle señor sodero, usted ayude a este pobre amigo de Maradonna. No juego tan mal al soccer usted lo sabe, solo que las fracturas me hicieron la vida imposible y por eso ahora me observa sentado frente a una pantalla escribiéndole mis penas.
Eso es, un ataúd esperando mi llegada.
Voy a la maquina de los refrescos, deposito la cantidad justa, aplico el botón correspondiente y cae de la panza de ese armatoste, un refresco bien helado.
La soda para quienes visten de blanco y de corbata.
A mi se me hace agua la nariz. Un doscientos no vendría nada mal para terminar el día.

Monday, September 05, 2005

Pescado del otro lado




Solo polvo de cactus en este desierto. Tomo una cerveza sentado en el restaurante bar. Espero la llegada de Margarito y de la Terrible Susanita. Mi corazón es un vagón con sonido de una guitarra de blues, aunque prefiero el vallenato, la polka, ponerme a sacarle lustro al piso, a gastar la suela del zapato, siempre y cuando haya una buena bailadora.
No me calienta ni este mismo sol. Y a mi alma la enfrían más los tragos amargos deslizándose por mi garganta.
Tengo comezón en los tatuajes. Solo quiero salir de aquí. Soy una ánima dibujada en mis brazos. En algunos trabajos no te quieren si tienes tatuajes, te piensan mariguana o malandrín, o caldo de cultivo de alguna enfermedad incurable y contagiosa. Nada mas equivocado.
Sería feliz si mis tíos no robaran cobrando la renta de mi abuela fallecida, tener mas tatuajes en mi brazo derecho, algo para asustar a quienes me dicen señor.
Poco me importa lo murmurado, ni mis enamoradas, ni los hijos quedados en los condones. Trato de estar siempre protegido.
No soy gay, amo a mis amigos homosexuales y lesbianas. Tambien a las mulas y a los caballos desbocados.
Alguien pudiera llamarme mañana a mi teléfono y dirían ausente, casi siempre lo olvido en casa.
Tan larga tengo la cara, dice Margarito al llegar, debió notar mis raíces llegando hasta la tierra. Estoy atado en un suelo de guerra consigo mismo.
No puedo estar solo: mi felicidad esta al otro lado del país.
En el paraíso, les digo. La playa más hermosa, las mujeres de tooples, los hombres con sus minúsculos trajes de baño.
Mi panza cervecera es un orgullo no familiar. No me acongoja. Hay mil quinientas posibilidades de morirse de un ataque al corazón antes de los cuarenta.
Creo en la muerte como una bailadora, un día te invita con ella, y por nada del mundo puedes hacerte a un lado, sino escuchas su canto de sirena, y vas sintiendo su asecho, y al final, te extasías: así es la vida y el morirse.
A fin de cuentas Margarito se compadece de este pobre ciego-cojo-mudo-y sordo. Me suelta la cantidad de lana faltante para irme.
Susanita me hace prometerle arena y conchitas de mar, quiere decorar completamente su departamento.
Casi salgo disparado. La ciudad me parece demasiado pequeña. Busco una puerta abierta, para llegar hasta ella. Ambas son una misma
Se me escapa la vida. Y ahora voy a atrapar una dulce sirena. No existe más el mal humor. Pienso como pescado.
Margarito y Susana me observan desde un lado de la pecera. Ellos ríen.
Deseo salirme y dejar el agua pasar, respondo.
En casa mis padres ven la televisión y el canal del clima anuncia buen clima las próximas semanas. Me dan un aventón al aeropuerto. Aquí va un pasajero dispuesto a ponerse colorado de tanta felicidad.

La Mandinga


Para la Srita Evil


Amaneció y desee besarla. Ya no quedaba nadie más en la fiesta, las cenizas en el desván, algo de las sombras de quienes habían transitado, ahora extintos; solo espejismo de una noche difícil: ahí los pájaros en los alambres cantando el despertar.
Desee quitarle lentamente la ropa en el preciso instante del alba. Ella callada en mi piel. En alguna de estas calles, un borracho es atracado por el maleante y lo acuchilla. Otra pareja sale de un bar y van con rumbo al hotel.
Ella y yo somos dos vacas paciendo en el lobby. A la deriva del amor. Adivino el tamaño de sus senos, esa sonrisa de extensa carretera.
No tengo sueño, mis parpados sin polvo. Ella es tierra adentro, y quiero llevarla rumbo al mar, coleccionar toda su arena, su sal, ahogarme en su brisa, hundirme en sus brazos.
Mi espalda dolorosa me regresa a la realidad de mis deseos.
La veo y no hemos dejado de hablar por más de diez horas. Química le llaman los metafísicos. Pedazos de pan quienes cuentan historias para niños.
Algunos quieren volver el tiempo atrás, para encontrar una esperanza. Yo respiro encima de esta tierra. La estación de tren de la ciudad esta cerrada. Se me antojaría irme con ella a algún sitio donde el agua caliente brote de la tierra.
Pero hoy no existen los milagros. Poco a poco nuestras posibilidades de hacer el amor se van haciendo nulas.
En unas horas iré por mi hija para ir juntos a la iglesia.
Ella se calza sus sandalias y se pone en pie. Los mosaicos rojos tienen la mancha de nuestro sudor.
Le digo: otro día seguiremos hablando. Asiente y ambos nos imaginamos en esa estación: la del amor.
Para nada sirve el sol, mas tarde, mi hija y yo en el lecho seco del río volaremos un papalote.
Al soltar el hilo y se eleve con el viento ese pedazo de papel y madera, hasta llegar a lo mas alto, no dejare de pensar en ti.
Hoy llevas por nombre ansia.
Mientras tanto, la limpieza en tu casa habrá comenzado: las botellas vacías puestas una por una en la bolsa de plástico, los cientos de colillas, y el incienso de canela para disipar los malos aromas.
Solo nosotros sabemos en que termina el poema, cuando el día explota.

Friday, September 02, 2005

La risa de Miss Piggy


Llegamos al restaurant Nuevo León después de 25 minutos transitando.
No lo conocía, salvo por su fachada externa. Gabo nos ha prometido tener una dote de chicas guapas, chicanas, actrices, de esas de telenovela, para no perdonarlas de un buen acostón.
Me parece perfecto, le digo. Nos ponemos a modo. Sacamos del refrigerador tres cervezas para llegar entonados, como los buenos cantantes charros cantores, bailamos cualquier son.
Yo me regreso y dejo en casa mis bermudas de color verde militar para ponerme un 501.
Gabo me lo regaló, entró en su armario con la pieza: la pendeja de mi esposa ni siquiera sabe la talla que soy.
Es un matrimonio martirio. Una mujer enajenada y el hombre amando al fruto de ellos. Bonita pareja. Son como El Gordo y El Flaco.
Entramos en el restaurante: la cumpleañera se llama Alicia, aunque tiene ciertos aires de Daisy Fuentes.
Nos sentamos en una esquina de la mesa. Somos invitados de un invitado, como se dice, nada de la cumpleañera, solo gente en transito, esperando pasar un rato agradable en compañía interesante.
Llego una chica vestida de rojo. Con sus dos enormes encantos casi saliendo al aire, como pidiendo compasión, el amor y ser adoptados por alguno de los comensales.
Ismael, el dueño de la cámara, con toda su experiencia, le comienza a tomar fotos. Ella dice si, pero antes traigan una margarita. Nosotros tomamos shinner.
Ella dice: mi abuelo es de un poblado llamado Uña de Gato. Nos volteamos a ver. Ninguno de nosotros sabe donde se encuentra ubicado. Quizá sea un invento de su ancestro.
Comienza a posar para la lente. No puedo negarlo, es fotogénica. Aunque un poco pasadita de peso. Su color blanco, lo respingado de la nariz, sus piernas bien formadas. Ya estoy deseando estar mas con ella. Pero lleva mano Ismael.
Pagamos en el restaurante y le seguimos en un bar discoteque. Nos colocan los brazaletes verdes fosforescentes.
Me gusta la gasolina, dame más gasolina. Las niñas suben y bajan contoneándose. A mi me excita verlas.
Soy un poco retraído, me escondo en una de las orillas, sigo tomando y viendo desde la parte alta una pareja de japonesas haciendo de las suyas. Quien fuera la mantequilla de maní para ese sándwich.
Gabo, Ismael, Blanca, quien según su manager se llama Mía Bella, y yo nos celebramos por la amistad.
Mía se atraganta cuando ríe. Parece el eco de Miss Peggy. Me da pena. Tan buena, tan sabrosa. Me la imagino en la intimidad. Riendo con la nariz tapada diciendo más more chiquito. Tú sabes cuanto me gustas.
Es tan agradable Mía. Lanza golpes a los hombros de quienes estamos a su lado. Es como si fuera mi amiga desde hace años.
Te prometo si vuelves a darme un golpe, tendrás la obligación de besarme.
Esa noche su labial, mis ansias, las margaritas, el poblado de uña de gato: todo revuelto en la disco.
Ismael tomando fotos, ella subiendo sus piernas en mi. Pesan un poco, pero no hay nada mas sabroso, en una noche cayendo en el alcohol.

Yo la veo



Somos cuatro. Entramos por la puerta lateral. Mientras los policías apostados en la entrada esperan a los asistentes. Nosotros no estamos identificados, ni tenemos boleto para este evento.
Con gafetes vencidos, en bola, nadie nos detiene, manoteamos para decirles prensa.
El sol es un plomo pintando los blancos cuerpos. Como podemos nos vamos cambiando de lugares. Hasta llegar casi adelante. Nos vamos riendo de los elementos de seguridad. Ya les conocemos desde el año anterior. Son chicanos, y extrañamente son los más groseros con sus paisanos. Parecen renegar de sus raíces, aun cuelguen en su espalda la cruz del sur.
Sentados Gabo me presenta a alguien desconocido: es el baterista de Phases. Ah, si, le dijo. Ya somos un poco maduros, la panza incipiente, comienza a escasear el cabello, o las canas pueblan los lados de nuestra cabeza. Me cuenta: la semana pasada vine aquí mismo a ver a Skid Row. Siento demasiada envida.
Recordé la época de la prepa. La mayoría de las materias reprobadas, las chicas tomando refresco y comida chatarra. Somos niños despreocupados, saliendo de clase para irse de pinta con las niñas del colegio de monjas.
Escuchamos a Phases: Vive siempre preocupada por ser la mejor, no descuida los consejos de vos . Ya dedícate a tu vida propia no le celes a la otra ¿A Quien quieres tu impresionar? Pero esos ojos te miran a matar, me vuelven loco. Eres la reina del lugar, pero debes dejarte conquistar.
Phases fue Claudia, Diana y Alejandra, quizá algunas mas, pero no recuerdo completamente ni sus rostros ni sus caras.
A todas ellas les cante esa canción por teléfono, a media tarde, mientras mis deberes escolares quedaban estancados. Deseaba quererlas de verdad. Pero el amor es la noche, cada mañana vuelve a nacer y los sueños se corrigen.
Le dijo: ustedes eran superfresas y tenían todas las chicas. Jajaja, me dice. Todo eso es como una pagina quemada.
Ya entiendo, fue su tiempo y el mío: ¿Cuándo?
Intentamos seguir buscando lugares mas adelante. Pero pronto un guardia nos encuentra y literalmente nos expulsa hasta la explanada. El talud es la entrada general. El único derecho es el de permanecer callado. Tan cerca del paraíso, y afuera todo se hizo peste.
Estoy encabronado con Gabo, él solo ríe: ahorita nos volvemos a meter, no te malviajes, vamos por una cerveza para el coraje.
Ismael por ahí anda con su mega camara. Ni hablar.
Phases, Diana Claudia y Alejandra, me acompañan en la imaginación.
Suelto mi espada entre tantos cuerpos. Los voy destazando, la idea es estar lo más cerca de donde nace la música.
Grabo en mi espada la letra de “Yo la veo”. Desde este rincón encañono a todos aquellos mis iguales. Algo inesperado esta por suceder. Lo más lindo de mí. Se pone el pecho tieso. Vamos a aguantar todos los golpes para llegar hasta donde deseamos estar. Al frente. Somos soldados y queremos derramar nuestra sangre en las cuerdas de esas guitarras, en los acordes del bajo, y escuchar las salvas de honor, en memoria de nosotros, de parte del baterista. Todo esta listo. Ya desperté. ¿y tu?

Thursday, September 01, 2005

El hombre del único zapato azul



El cazador en espera: casi tres horas en el mega aeropuerto para hacer conexión del vuelo. El corazón palpitante. Tengo miedo. Voy a estar con ella en el paraíso por siete días.
La playa, el calor incrustado en el cuerpo, el aroma a bronceador. Todo junto. Listos para compartir la misma cama.
Ella, la de un día con la regadera abierta, hace casi dos años, el agua corriendo, el vapor llenando el cuarto, los dos entrelazados, ella pequeña, siendo mi niña, ella misma, yo serpiente, tragando agua, comiendo de sus pechos y de la comisura de sus piernas.
Reptando en los mosaicos, vapor y mas vapor, a nadie le importa la cuenta del agua.
Vamos a la cama, le dije, ella brinco. Las sabanas empapadas. Afuera el mundo sigue su rumbo. Nosotros tenemos una cueva donde solo caben dos. El amor es una toalla para secarse el sudor.
Ahora le vuelvo a ver, después de la semana santa. Recuerdo ese mensaje de no te mereces una mujer equivocada. Pero hay algo mas intenso y viajo hasta el otro lado del mundo para encontrarme con ella.
La mujer mujer, la madre de una pequeña de dos meses. Pensé habría algo entre nosotros serio. Pero mi tienda ha sido saqueada por un salteador, alguien sin nombre. En mis noches su rostro no aparece. Solo la silueta, la de los dos, ocupando mi lugar en la regadera.
Llego al otro lado del mundo y es media noche. He aprendido a vivir con tan solo un back pack. En esta vida no se necesita nada mas. Solo lo indispensable. Tal vez la libreta y el bolígrafo, ambos no olvidamos.
Me espera en la calle. Yo la veo igual, pequeña, delgada como un sueño lluvioso.
La abrazo, me besa, ambos necesitamos llorar. Nos sentamos en el balcón del departamento de su hermana. Tomamos cerveza y quiero oír esa historia. ¿Quién me robó este sueño? No lo sé, pero me duele, es una espina tan clavada, tan certera, mi espina su cuerpo.
Hablamos por horas. Tomamos un respiro. Cada uno se va a dormir. Comparto cama con ella y su hija. Quisiera decir nuestra, pero no lo es.
Por la mañana salimos a la playa, seguimos incorrectamente las coordenadas y después de 40 minutos de caminata llegamos a una playa embarcadero.
Me meto al mar, y ella cuida de la bebe. Solo despierta para comer y para seguir en su aletargamiento.
Utilizo el bronceador. Vine preparado a pasar unos días lejos de todo. Del aroma a tinta en las bodegas, de los seis pisos donde el sol jamás se pone, donde no he visto el atardecer tomado de la mano de nadie.
En nuestro pequeño paraíso, ella, la niña y yo. Voy por unas cervezas. A lo lejos veo un tipo pidiendo bronceador. Parece carne fresca supongo. Regreso y le digo, la próxima vez cuando te pidan algo, puedes decirles de lo celoso de tu esposo.
Ella sonríe, se siente protegida. Yo observo a los paseantes. Fumo y guardo toda la basura en una bolsa especial. Odio a los desordenados. Me odio a mi mismo. Y quizá este odiando a ella misma.
Al final del día tomamos un colectivo para regresar al apartahotel. Camino descalzo. La arena se ha hecho una maza con el aceite del bronceador. No quiero ensuciar mis tennis azules.
Abrocho el velcro de los zapatos con la agarradera del maletín.
Ella carga a la bebe. El sol quema mis pies. Siento alivio al subir.
En un instante me doy cuenta de mi pequeña tragedia ambulante. Falta el zapato derecho. Debió caer. Ya me imagino volviendo a la ciudad con dos periódicos amarrados con ligas.
Ella al reencontrarnos en el paraíso me obsequio unos huaraches. Alguien nos observa y cuida, tengo la sensación.
Guardo el sobreviviente zapato azul. Lo utilizare para algo de arte objeto. Ahora la niña duerme, ella fuma conmigo en el balcón.