Thursday, May 31, 2012




Me sedujo su inteligencia al comenzar a desarrollar el monologo, frente a la luz cegadora de las lámparas.
Fue algo así como: el esquema mental que manejo sufre de anemia.
Mujer y bella, un binomio bastante poco frecuente, raro, por lo menos, en el circulo social que frecuento.
En esta época el fetiche in es producir  capítulos piloto de reality para televisión. Mujer entrando a los treinta busca.
Un programa donde la protagonista es a la par la antiheroína. Con barritos en la cara, poco de barriga. Eso si, con excepcional gusto por la ropa de diseñador y los sitios cool en cuestión.
Yo estaba detrás de las cámaras.
En la sección de iluminación. Con los técnicos. Mas enredado que los cables. Interminable. Acariciándome debajo del pantalón. Mirándola. En la penumbra. Calcada la imagen en el monitor.
En el set generamos la recamara, con todos los productos que usa cotidianamente. Ella se unta crema refrescante después de la ducha, bajo el minisplit. Se desenreda el cabello. Luego se lo plancha. Lista para salir. Solo que en el programa hoy es dia frí. Sin compromisos.
Recibirá a la manicurista y le aplicaran uñas de acrílico con figuras de colores.
La pedicurista le tallará el espolón.
Un par de masajistas vietnamitas le darán terapia en el cuerpo, le aplicaran vendas reductivas y pócimas efervescentes.
Todos los símbolos femeninos en si, son frágiles. Lo dicen las etiquetas en los frascos. A los que aplicamos el extreme zoom.
¿alguien me puede traer una Mirinda? pidió en el inter, cuando dejamos de grabar para pasar al otro set.
Se cubrió con la bata. Su aroma se cuela en mi nariz.
Se habían asomado accidentalmente los pechos, rosados y erectos. Tallados a conciencia en el gimnasio.
Yo creo que lo hace a propósito. Para despertar la atención de todos.
Soy bastante necio, como el niño que busca la mamila después de las siete de la tarde. Ella me gusta. Es el cielo despejado al lado del mar.
Hola me dijo. Si tú, el que esta desde hace rato viéndome como si me quisiera encuerar.
De entre la penumbra salí. Aun faroleado. Con la mano metida en los bolsillos.
Le acomodaban el cabello, para que apareciera como si fuera natural.
Tráeme el refresco por fis, solicitó.
Hay demasiada coincidencia para que todos los elementos estén en este sitio.
El corazón brinca dando tumbos por todo el esqueleto.
Creo que me he enamorado. Bobamente. De la criatura más exultante de la ciudad.
Iré a comprar pronto osos de peluche. Le enviaré cartas de amor con poemas perfumados.
Bolsas de chocolate con almendras y avellanas al centro.
La invitaré al cine el día de dos por uno.
La vida es solo una y no me enojo. A cada momento cada quien hace lo mejor que sea para su alma y corazón.
Por eso no me enojo con ella. Permanece en su nicho de santa. Incolume.
Aunque todos sabemos se esta acostando con el director del proyecto y con el productor asociado.
Como antes lo hizo con el jefe de fotografía y con el switcher de sonido.

Wednesday, May 30, 2012

La felicidad es un tarro con cerveza helada mezclado con michemix.





Bebo cuando estoy solo. Acompañado lo hago mejor. Así no tengo distractores. Que a fin de todo, me vale.

Soy centro de atención. La cura de todos los males. La píldora del loquero para provocarse el sueño. Pero también el psiquiatra denso.

La licorera del quince años que los asistentes buscan llevar a casa, a la hora de la despedida, para seguir con la ingesta.

Es seguro. Si. Que me habrán corrido de muchos sitios.

Dormido bajo cajas de camiones abandonados. Del brazo cansado de la fichera más gorda y pachorra del rumbo de la central camionera.

De espacios públicos en diferentes ciudades de la hermosa república mexicana: órale cabrón a dormir a su casa.

Con mujeres sin nombre que la boca les sabe a cantina, salobre y con cascaritas de cacahuate.

En sitios a menos cero: el frio colándose, bajo el abrigo húmedo, hielo endurecido, muriendo como le pasa a millones de vagabundos en el mundo.

En el transporte público con la cerveza en mano, celebrando la carrera fáctica del chofer en las avenidas principales. En el metro al final de la línea, en el carro no, la vez que lo hice, me dolió el cuello y la cabeza: vomitar los tapetes no es de buen gusto, tener que lavarlos con cruda es el madero más pesado de la cruz.

Desmemoriada conciencia y que aun no logro voltear los ojos para verme hacia dentro. El guateque donde doy vueltas y luego me mareo.

Tengo la sospecha, que es como la marca de esperma en el único pantalón limpio, que me calzo a la hora de ir a pedir empleo. Sabiendo que no me lo darán porque le produciré miedo a la recepcionista que me dirá que la vacante ya fue ocupada.

Lo intuyo. Entro al bar de siempre y no me dirigen la palabra. Solo el encargado me recibe con gusto. Ya sabe que gastaré lo ganado en el día.
Me dice: que bárbaro, que buen chou hiciste ayer, hasta que te quedaste dormido en la mesa. Luego te miaste. Tuvimos que cargarte a la entrada y llamarle a un taxi.

Luego pasan de largo. Te evaden. Eres la incómoda cucaracha en un plato de comida caliente.

Las mujeres que me han invitado a sus apartamentos a beber desconocían el poder del alcohol. Lo que hace doblemente peligroso, cuando entra juguetón y altanero en el torrente de la sangre.

Como pierdo los estribos. Me ven extraviar la mirada, los prejuicios. Las beso. Les aprieto la cintura. Les sobo las chiches.

Me les repego. Les hago sudar. Calentarse. Luego les descorro el pantalón o la falda. Les hago calzón chino por el simple hecho de verles decender al abismo. Las estrangulo.

Permíteme tantito, deja me quito la ropa, me dicen.

Algunas salen huyendo. Otras se quedan para saber si es cierto que les haré todo lo que he dicho, lo que les prometí. Me quedo corto, como siempre. Siete minutos y eyaculo. Quizá en menos tiempo. Ya no busco las sesiones de maratón. Solo satisfacción: sa-tis-fac-ción.

Todas quieren conmigo. Todas son materia dispuesta. Tomen su turno les digo, que para todas hay. Nomas no se metan en la cola. Hagan fila. Estén quietecitas y ordenadas.

Eso es alegría. El oasis donde abrevo.

La felicidad es el tarro con cerveza helada mezclado con michemix.

Tuesday, May 29, 2012





Por el simple hecho de resultar interesante a las chicas del Privatt, decidí volverme judío.

Y resultó verosímil. Para el tamaño de mis ambiciones y para la ceguera de sus pretensiones. En ambos sentidos de la flecha, ellos me necesitaban como yo requería de sus contactos y compañía.

Con una turbulenta historia de dispersión. Llegado a América huyendo de la Europa Alemana.

Mano adelante y la otra atrás, mis ancestros pasaron con toda clase de penurias. Desde el lenguaje, lo árido y agreste del escenario norestense.

Sobreviviendo como el creador les dio a entender.  Improvisando sobre la marcha en la fabricación de dulces y alimentos.

Pero era mejor morir en libertad que vivir en un gueto rumbo al campo de concentración.
Ocultos en un poblado perdido en la parte central del estado.

Así la línea del tiempo y las relaciones quedó cubierta. Imposible de rastrear visado de entrada o de cuestionar la realidad de la historia.

De esa manera pude flanquear las puertas de los cuerpos femeninos, de las nuevas amigas del campestre y del casino.

Acceder a las caricias, sus casas y el deportivo en el garaje.

Viajar en sus jets privados. Organizar la agenda y vestuario de acuerdo con el ánimo. La moda la imponemos nosotros.

Conseguí novia, amigos y hasta cómplices para negocios en donde hice capital, que entonces carecía.

Eso es lo único positivo de lo blanco, rubio, de frente amplia, cabello delgado tirando a escaso,  ojos cafés y nariz tanto pronunciada puedo tener: caigo dentro del fenotipo disímil al nacional.

Para cada momento de duda de los padres de mis amigos, que me ven llegar con ellos, lo que cualquier mortal siente helado,  en dificultad,  existe la champagne, coca y tachas.

Eso y mucha labia.

Tirar verbo, como si de ello, de hecho, depende la vida.
La estabilidad de las relaciones públicas y el compañerismo, de quienes llevamos las riendas de nuestra sociedad, tan estrecha y con tan fuertes vínculos afectivos.

Eso abre la puerta y la llave de la prosperidad.

Monday, May 28, 2012




Para Sonia Mtz.



El sexo es más que actitud en la vida: lo es todo.

Más que una cerveza, una tacha, un gallo o un pase de coca. O irse de compras con la tarjeta de crédito antes del viernes negro o de navidad.

Es el asta en donde se sostiene la existencia. La sal de los cuerpos es el átomo en la materia que da vueltas.

Sin medias tintas. Te consume. Te vuelve adicto.

Para cuando lo comprendes o crees que lo puedes manejar, ya es tarde.

Formas parte de las funestas estadísticas de empoderados y practicantes.
En los rostros puedes conocer quien lo ejerce con desdén, maquinal, como cuando se va de visitar al dentista para limpieza, o el día de las elecciones que ningún candidato te convence para sufragar.

Casi predecir sus horarios. Las perfectas perversiones.

Vaya problema. Me ha quitado el sueño desde el sábado por la tarde. Y ahora es martes por la mañana.

Incumplí la primera cita. Me respetan la segunda.
El subempleo es un laberinto sin orificio de salida. Y ahora me ofrecen un empleo soñado, peligroso.

La oportunidad laboral es de tiempo completo. Seré erre pe del grupo mas fino de entretenimiento nocturno en la ciudad.

Que contrata lo más selecto de la producción nacional y de exportación.
Los anuncios espectaculares en las avenidas siempre demuestran calidad. Tetas como cerezas. Nalgas como duraznos.

El cuerpo femenino es una fruta de temporada.

De ello carezco de duda.

Estoy preocupado. Necesito empleo. Cumplo el perfil que los contratantes requieren.

Tengo un nido de mariposas en la boca del estomago.

Abro la llave de la ducha para darme un baño y despejarme.

Después del salir de la regadera iré al depósito por un seis de cerveza ligera. Solo para agarrar valor y confianza.

Así podré decidir con la cabeza fría.

Sunday, May 27, 2012




¿Porque tengo que pasar tanto tiempo orinado?  Enfadado y relegado.
Postrado, con tan poca ventilación debajo de esta tela mosquitera.  Quiero que me levanten.  Que me retiren el sudor del cuello con las toallitas húmedas. Este aroma a leche rancia.
Siento que me ahogo. La formula en el biberón se corrompe rápidamente. Me provoca cólicos, sabe mal. Me mareo. Voy a devolver todo el alimento. Pero el hombre es mayor y a todas horas. Solo quienes cruzamos el mar de la infancia conocemos el peso del llanto.
Despierto duermo. Me meo me cago regurigito el alimento. Me tienen desamparado. Me sacan de la recamara. Me llevan en taxi a la guardería. Cuanto solo en la calle. Me sacuden las ideas.
Dan las instrucciones a la encargada: me ingresan un cunero. La penumbra. Los llantos de mis compañeros que aun no logramos afocar. Que nos conocemos por el tono de nuestras demandas.
Creo que ya hasta la caca se esta saliendo del pañal. Quiero que me bañen. No quiero seguir incomodo.
Luego me escuece el ano. Me salen erupciones en la piel, que cuando cago, sangran. Me barnizan con crema para rozaduras. Pobrecito dicen.
Diantres de padres que me han tocado al cuidado de mi vida. Tan frágil. Me tratan como adulto.  Sin derecho de replica. Con vocación de silenciado.
Son descorteces y bastante feos. Mucho más mi madre, que he escuchado por el corredor de la vecindad cuando los vecinos dicen: ahí va la bruja con su retoño.
Demasiada incomodidad en esta cama tan pequeña, Vaya pero que se puede pedir si son de miras tan cortas.
Luego enloquecen cuando lloro
Ojala pronto me atiendan como debe ser. Pero lo que más me provoca celos son ese enorme gato gris que todas las tardes, cuando mamá se mete a la ducha, y me deja en el centro de la cama, el animal se postra a un lado mio, me lame las manos, me lame los pies, luego, me lame la cara, me pone su hocico en mi boca.
Siento como me falta el aire.
El vapor del agua caliente de la regadera, mientras mamá se masturba pensando en papá, sigue corriendo libre rumbo al desagüe.



He tenido que abandonar el prejuicio mental de involucrarme con una persona casada.
El amor llegó a tocar la puerta de mi corazón. De manera escandalosa. Sin levantar sospecha en los vecinos de la vecindad.
Pero así llegan los invitados que deseas se conviertan en la gente de casa. Los maravillosos espontáneos.
Soy discreta. No de la moralidad, eso no encadena afectos.
Jamás de las conquistas. Una más, otra que se va.
Los casados y los solteros, no tengo distingo,  que llegan de visita al club, a divertirse, me encargo de hacerles gastar bastante de su crédito en las tarjetas y en efectivo en asuntos costosos: bebidas, flores y osos de peluche.
Con la ingenua ilusión de que seré accesible a su capricho. De llevarme a la hora de salida al hotel o al apartamento. Pobres ilusos.
Siempre desaparezco. Como fantasma entre la pasarela, los  besos y el decirles en toda frase corazón mi amor mi rey. Así me ganó su voluntad con poquita labia.
Soy la fantasía de lo que no tendrán en su hogar.
Una conversación sin reproches. Pechos altos como torres en las que podrán guardar secretos. La lista de los desajustes hormonales de sus parejas no vendrán a encontrarse con ellos.
Conmigo todo es alegría. No hay mayor compromiso que el ahora.
En el momento que conocí al vecino, que llegó de la mano de su esposa, la mujer que todos le llamamos la bruja por lo prieta de su piel y que siempre anda vestida de negro, algo dentro de mi saltó de alegría.
Dije, a ese hombre me lo voy a desayunar. No importa el tiempo que tenga que esperar o el sacrificio que deba hacer.
Le tomé, a escondidas, muchas fotografías con el celular.
Cada vez que veía las imágenes, mientras me tocaba pensando en él, observaba algo triste en su mirada.
Luego todos supimos del embarazo, de la llegada de su primer hijo. Y de la depresión post parto de la bruja.
Le cerró por completo el templo de su cuerpo. Luego me confesó cuando nos conocimos, sacando la basura una mañana después de  marcharse a su trabajo en la oficina, que ella misma sabia que estaba deprimida. Post parto. No quería sus caricias ni sus besos. Ni su aroma, dice que le revolvía el estomago.
Me dijo que era artista, que lo suyo era fabricar artesanías con sus manos y llevarlas a vender a los mercados rodantes.
Total, fui con un cartomanciano a que hiciera el trabajo de amarre. No podía pasar más tiempo sin estar en sus brazos.
Y funciono.
La bruja siempre le gustó salvar animales en peligro. Solo en la época del embarazo se había detenido. Pero deprimida y sin consuelo, con marido e hijo, revitalizó la tarea de resolverle la vida a los indefensos gatos.
No puedo negarlo. Algunos si eran hermosos. Finos. De angora. Se veía que probablemente los habría robado de alguna casa de dinero.
Algunas mujeres después de dar a luz cometen muchas locuras. Yo creo que la bruja desarrollo todas las imprecisiones mas absurdas de la vida.
En la junta de vecinos decidimos enviar una carta a los dueños del predio en que su ubica la vecindad para invitarles a exhortar que no se aceptaran animales ni niños pequeños entre los inquilinos.
Hay que subir un poco el nivel de vida y la plusvalía mencionó un jubilado universitario, que es quien más tiempo lleva rentando y que siempre me ha lanzado indirectas de cuando nos vamos a tomar un café o de ir al cine.
Que va. No me gusta. Si por lo menos tuviera mucho dinero. Pero no. Anda arrastrando su pensión.
Y yo soy bastante cara, porque creo que lo valgo.
Le dije a Rubén, cuando comenzamos a tutearnos, que quería ser su amante, él me dijo que le parecía perfecto.
Que nos dejáramos llevar por los dictados del cuerpo, de las ganas que los besos provocaban, pero que siempre recordara que no podemos clavarnos.
Que el primero en clavarse perdería.
A mi jamás me ha gustado perder, ni en el bingo o en el turista.
Entonces el gato de la bruja comenzó a rondar por las ventanas. Imagine un plan perfecto, de eso siempre he estado segura cuando tomo una decisión.
Lo envenenaría primero al gato. Luego a la esposa de Rubén. Me casaría con él, al año de enviudar, para que nadie sospechara.
Trabajaria unos tres años más en el nigth club. Dejaría el crack. Me limpiaría el organismo para en el momento que decidiéramos, tener todos los hijos que la diosa naturaleza nos permitiera engendrar.
Sin olvidar el que Rubén y La Bruja generaron.
Luego con el dinero guardado, nos iríamos a vivir a Tampico.
Compraríamos una palapa cercana al mar. Venderíamos fruta fresca de estación a los turistas.
Yo les haría trencitas y les diría que hermosas son. Rechula su hija, usted es una mujer muy afortunada, tiene mucho porte. Su marido es una persona interesante. Deben ser una familia dichosa. ¿Cuántos días pasaran al lado del  mar?
Viviríamos tranquilamente, juntos.
Pero el primer paso para la felicidad es matar el gato que todas horas perturba la paz en la vecindad.

Wednesday, May 23, 2012




Chin ya se me hizo tarde otra vez. Y el cabrón de Rubén que está bien dormido. Roncando a todo lo que da.
Huele a cantina, cerveza agria y tabaco. Y a fruta pasada. Estoy segura que sigue yendo al bar donde nos conocimos. Antes era divertido verlo bailar solo. Ponerle monedas a la rockola. Que me invitara las cervezas. Pero nos hicimos novios y todo valió madre.
Me caga cuando llega bien pedo, como anoche. Luego se pone cariñoso y quiere coger.
Ándale negrita, mi bruja, vente para acá. Te traigo muchas ganas. Bájate los calzones. Dame una mamada. Te lo voy a hacer como nunca te lo han hecho. Es un patán de lo peor. Sin modales. Un bruto. Apenas terminó la preparatoria e hizo los primeros semestres de filosofía y letras. Con eso se siente ya tocado por los dioses griegos, que del Olimpo bajaron y lo convirtieron en uno de ellos.
Ni madres güey, le he dicho. De lo tomado que llega hasta se le olvida ponerse condón. Ya con un borrachazo estuvo bien. Como cuando encargamos a Rubencito.
Ni modo. A tomar el taxi.  Caminando no llego. Además luego toda sudada en la oficina. Y hoy que ando en mi periodo. Cuando mi humor es más fuerte que ni yo misma lo aguanto. Tengo que ir con frecuencia al tocador. Cambiarme la toalla sanitaria. Desde que parí a Rubencito dejé de ser la bomba sexual que siempre fui.
Se me perdió la livido. En el laberinto de la rutina y los días.
Como si el dinero fluyera tan fácilmente, pinche Rubén. Si andamos bien cortos de efectivo.
Nomás me dice, aliviáname brujita. Mañana si te lo prometo que llevo al niño a la guardería. Para que te vayas tranquila a trabajar.
Que va a ser. Seguirá siendo igual, desobligado. Huevón. Como el gato. Que tampoco ayer llegó a dormir. Nomás se la pasa de enamorado en las otras ventanas de la vecindad.
Ya me andan dando ganas de irlo a aventar debajo del puente que da al rio. Que se lo lleve el agua.
Pero cierto, no tengo corazón para eso. No puedo vivir sin mi viejo, mi hijo y sin el gato.
Se me hace un nudo en la garganta con tan solo pensar que haría si faltara uno de los tres de la pirámide de los afectos.




Que a toda madre seguir echado en la cama. Sin horario para entrar a jalar. En pelotas. Rascándome los huevos. Tapado con el cobertor de plumas de ganso. El mini Split a 17 grados y el abanico dándome directamente.

Aun no me repongo de las caguamas de anoche.

Ya se fue la morra. Iba enfadada. Con su jetota mamona. Pero si ya sabe como soy. No entiendo porque hace tanto pedo.

Se llevó al chaval. Me tiene con los nervios de punta.

La pasa llorando toda la noche. Que tiene hambre, que ahora hipo, que ya se cagó o se mió. Se parece al pinche gato que tiene mi vieja. Igual de chilletas. Y pederos.

Lo bueno es que Laura, la vecina del 13 va a venir a atenderme. Tenemos tres meses de estar cogiendo.

Me encantan sus chichotas, naturales, con el pezón rosa. Como tiene 25 años. Todo lo tiene en su sitio. No como el de mi vieja, oscuro, más bien tirándole a prieto. Aparte su coño peludo. No depilado. En cambio, la otra, estilo brasileño.

Una usa pura pantaletas de algodón. La otra, tangas importadas.

No tengo problemas que trabaje como bailarina de taibol dance. Si con eso saca varo para poder seguir pagando su espacio, eso la hace independiente.

Lo que no me agrada mucho es que le ponga macizo al crack.

Dice que eso la pone cachonda. Que con eso siempre está pensando en mí. En las noches, cuando regresa de trabajar, se masturba pensándome con el vibrador que le compré.

Que aun no entiende porque no le doy gas a mi morra y me separo de ella. Si tampoco te gustan los animales. Como el gato ese que anda siempre maullando. Que recogió mi vieja.

Que con gusto me ayuda a conseguir un espacio donde los dos estemos juntos. Hasta me mantiene, con tal de que siga pintando. No esta mal la oferta. Si hasta la he pensado varias veces.

Pero como que me da pena. Porque no es que quiera mucho a mi vieja. Sino que no quiero dejar solo al morrito. Aun está muy chaval.

Ya me envió un mensaje al celular. En cinco minutos llega. Que deje emparejada la puerta para no tocar.

Me voy a peinar. Lavar los dientes.

Traigo un tufo a rancio. Mejor me meto a la ducha. Aunque mejor no. Total, voy a volver a sudar.






Como me duele la panza. Me doblo con los cólicos. Se veía en tan buen estado el alimento. No eran desperdicios, como siempre lo hacen. Sino de primera.

Por eso me ganó la gula. Ya había cenado en casa. Es un pecado dejar lo que se ofrece.

La vecina lo colocó a la puerta de la casa. Como lo ha hecho por algunas semanas, alimentándome a la par de mis amos.

Tan rico el plato con leche y con pedazos de carne recién cortados.

Que dolor. Ojala pronto me dejen entrar a la casa.

He intentado provocarme el vomito. Solo suelto acido por la garganta. Y pedos con aroma descompuesto.

Se va clavando tan rápido y profundo que la voz empequeñece.

Raspo con las garras el mosquitero. Creo que han salido ya.

Como es tan fuerte la soledad. Las fuerzas me abandonan.

Quisiera un lugar fresco. En la sombra. Debajo de la cuna donde acuestan al bebe. Ahí quiero meterme.

O en la alacena. Donde puedo llevar en paz estos momentos tan extenuantes.

Hago un movimiento más. Estiro los brazos. Las garras raspan. Sin respuesta desde el interior. Se escucha el sonido del mini Split.

Aquí viene pasando quien me alimento. Se me queda viendo. Maldita seas. Me envenenaste. Sabias que caería irremediablemente en la tentación de probar el bocado. Hasta lo disfrutas. Y ríes.

Con razón tenia un sabor un poco fuerte. Amargo. Pensé que tendría algún condimento desconocido.

No el raticida con el que te deshaces de los animales que habitan en tu cocina.

Eres una mujer muy puerca. Encima de todo, te acuestas con el esposo de mi ama. Creo que eso ha sido el motivo de nuestra infausta relación.

Que sabes, jamás podrás separarlos. Sus vínculos son muy fuertes. Como el veneno que usaste.

Lo que tiene contigo es solo sexo. Con su pene espinoso como el mio.

Tan animal que fui. Creer en tus buenas intenciones.

Mírame como muero. Mírame. Ahora que estamos frente a frente como dos enemigos.

Que se te grabe la mirada perdida. Y la espuma que sale de mi boca.

Tuesday, May 22, 2012




Arrojé la video casetera por el balcón del apartamento. Aguas grite. Golpe avisa. Luego volví a lo que estaba haciendo.
He clausurado ese espacio desde las cuarteaduras en el piso.
Por suerte, nadie pasó.
El sonido seco al estrellarse el aparato, al quedar inservibles sus piezas. Estaba apático para bajar cargando semejante armatoste.
 Algunas recamaras vecinas prendieron la luz para ver lo que había sucedido. Otros gritaron enfadados con no hagan ruido no ven que estamos descansando.
Es penoso abrir a tan temprana hora la puerta a los policías.
Más, con el pretexto de un cacharro que no tiene más función que acumular polvo y cucarachas. Donde reproduje las películas porno amateurs que grabé en mi estancia en el intercambio en Canadá, Paris, Nueva York y Londres.
He decidido romper todo. Soy un hombre nuevo.
Sacar lo que ya no sirve. Deshacerme de los fetiches. Menos los de Star Treak.
Por ejemplo la colección de pantaletas de mis exnovias. Incluyendo la que uso mi segunda exesposa el día del enlace.
Ya estaba un poco gastado el blanco pardeando a amarillo. La mantenía en supuesto buen estado en bolsa ziploc para lonches de jamón y queso gruyere.
Aun conservaba el aroma y la consistencia de ese día de la boda.
Ese fue el trofeo mas valorado. Como una bola de beisbol  celebrando el rompimiento de los records establecidos por los deportistas en sus clubs. Eso soy. El mejor bateador de mujeres. Con marcha perfecta en divorcios.
En las otras bolsas que arroje después al contenedor estaban mis agendas. Daba razón exacta de los avances con cada una de mis conquistas.  Las fechas que nos conocimos, las veces de sitas y hasta la fecha en que no volvimos a salir.
Reparadas en signos, las agendas, para que si caían en manos extrañas no pudieran entenderlas. La piedra roseta de interpretación es por los colores.
Azul, si solo fue un beso. Rosa si solo hemos paseado de la mano y bebimos una botella de vino tinto.
Rojo es todo. Naranja lindo sexo oral. Negro, obviamente lo hicimos cuando estaban presentes sus lunas.
Me resulto casi imposible desprenderme de mi grabadora de radiocasete. Y de los casetes.
El audio de nosotros dos cohabitando.
Era lo último que conserve y que me resultaba pesadísimo desecharlo.
Mi primera esposa se marcho de casa.
Hizo la maleta enojada y me dijo que jamás volvería conmigo.
Que aun no entendía como le había convencido para estar con una persona tan perdedora. Sin ambiciones. Que bien simple podía tener una pareja a la estatura de su estrato social. Que le pondría casa y carro a la puerta. Y no el carro de la empresa donde presto servicios profesionales.
Que te vaya bien, le dije. Solo cierra y échale la llave desde afuera. Parece que una banda de ladrones ha estado haciendo de las suyas en el barrio.
Creo que ella esperaba que le rogara.
Que le suavizara el oído con promesas como todo va a cambiar y vamos a estar mejor.
Eso no iba a suceder.
La sutileza no va conmigo.
Ante la sospecha siempre evito construir castillos de arena .



Con el mismo cuidado

de la cobra madre

retirando las legañas

a su hijo

así nosotros

hemos descubierto

que uno más uno

después de hacer el amor

sigue siendo igual a uno.

Monday, May 21, 2012






I.

No hicieron falta los cubiertos para tomar la sopa

siempre tuvimos principios & mucha imaginación



II.

No era necesario ir a la tienda de artículos orgánicos

ni hipotecar la suplica difiriendo el apetito



III.

Supimos sortear el vendaval sin echarnos en cara

los cabos sueltos.



IV.

El universo no se detuvo & aunque duró solo un instante

fui feliz.











Para ciertas cosas mi corazón de pollo
no posee el valor ni balance con cabida:
la rabia de la bala
que sale disparada del cañón
la lengua raspada
de los policías que expulsan a los niños
de las fuentes en las plazas publicas
como también  verte de espalda
a la puerta del pasado
sin hablar.



a las buenas conciencias no les quita el sueño la espiral que forja el sonido del motor cuando ingresa en la cochera muy entrada la madrugada ni las llamadas a media noche desde la comisaria: lo que si las intranquiliza es la desnudes de sus fantasmas.

¿Dónde esta papá?










El gato llego muriéndose a la puerta de la casa de la chica que le decimos la bruja.

Rasguño la puerta, como lo hizo muchas veces antes y exhaló su último suspiro. Cayó muerto y nadie pudo hacer que se pusiera de nuevo en pie. Tampoco nadie tuvo el interés de hacerlo.

Era su muerte y no la íbamos a interrumpir.

Su dueña, que tiene pocos meses de casada y un hijo, no estuvo presente para escuchar tan lastimeros maullidos.

Ya ha salido para llevar al infante a la guardería. Y ella rumbo a la oficina tomó el metro.
Su marido es artista, nos ha dicho. Así que nadie le molesta.

Sigue dormido. Con el minisplit y el abanico dirigido directamente a su cara. Eso es vida, supongo.

Pero el gato, gris y bastante feo, ya no podrá seguir con sus correrías. Yéndose en la noche y regresando por la mañana. A veces con rasguños, las más, supongo, bien descremado.

Es gato y no tiene otra obligación que cruzarse con las gatas. Seducirlas. Luego introducir su espinoso pene en sus estrechas vaginas de gatas.

Por eso son animales. Los animales también tienen malas rachas.

Por la culpa de ella, la bruja oficinista y su deseo de corresponder al cuidado contra el maltrato animal, recogiéndolos en cualquier parte donde los encontrara, desvalidos o hambrientos, toda la vecindad huele a miados.

Hasta mis plantas: el geranio, el jazmín y la huele de noche, que con tanto celo conservo.

Pero ese gato ya no podrá orinar una maceta. Ni cagarla. Ya esta tieso.

Tampoco robar el espíritu del hijo de la chica oficinista a la que llamamos todos los que vivimos en la vecindad como la bruja y que a esta hora del medio día, no sabe que su marido hace el amor con la vecina de 13, que llegó a darle la fatal noticia, que el gato de su esposa, esta muerto en la puerta de la casa.



Fue el desvelo de la piel con la que nos evadimos

al sonido de trompeta a la caída de las murallas de Jericó

en el trayecto, la causa:  tu mirada naufraga .

Friday, May 18, 2012





Si me la haces una vez posiblemente lo repitas una segunda. Con plena impunidad. Me gritaras. Me dirás mantenido. Me correrás de la casa. Hijodeputa así no le hablas a tu mamá ni a tus hermanas.

Y lo permitiré. La soledad es cabrona.

Tendré que dejar la comodidad del apartamento. El agua caliente. El microondas. El refrigerador. La computadora de escritorio. Bajar videos porno. Checar el mail. Buscar aventuras a toda hora. Beber en la terraza. Con el juego de tarros cerveceros que me regaló tu madre. Santa mujer que conoce mis vicios y que poco me falto para colocarle en un altar.

Maravillosa la vida de aprendiz de dandy.

Escritor con poca obra publicada. Sin becas ni apoyos oficiales.

Hasta cuando la ocasión lo merece, hacer el amor contigo. Sin causar prejuicios o contrariedades.

Por eso digo que lo permitiré. Pero también un día me encontraras de malas. No te diré palabra cruel ni grosera.

Me iré sin voltear atrás. Dejando abandonada la cama y el proyecto de vida.

Ahora que llegué sin nada.

Todo lo vendí al quemar las naves. Largarme de la ciudad. Como lo hice tantas veces.

Tienen razón de lo que cuentan los mal intencionados.

Bebía mucho. Casi siempre estaba pasado.

Vagaba por las cantinas y bares del centro.

Vestido solo en interior. Gastando los ahorros de los meses de trabajo.

Creo que lo merecía.

Forje amistades casuales.

Para seguir la fiesta a toda hora. Rentar cuartos en obra negra. Agua helada en la regadera. Despertar o dormir a pedazos. Conseguir crack. Fumarlo. Sentir las mariposas en el estomago. Enamorarme del momento.

Besarnos. Brincar. Escuchar música.

Supongo algunas de esas hermosas amistades han sido ya despachadas al otro mundo.

No se fueron por su voluntad, no cambiaron de trabajo. Murieron como lograron hacerse entender con las oportunidades.

Las ráfagas de las ak-47 y los r-15 los silenciaron.

Ahora que he vuelto a la vida sosegada y tranquila no resisto en ocasión al ser tentado por las oportunidades.

Y como me hiciste agarrar vuelo, en ese último desplante, en medio de la madrugada. Dije basta.

Que la obra sea mi propia vida.

Aunque quede en calidad de trapo.

En medio de este charco de agua estancada, voy a seguir garabateando .

Thursday, May 17, 2012

Chaparra de mi amor




Solo Capulina, de la época dorada del cine mexicano, me ha resultado toda la vida indigesto.
Desde la niñez. Cagánte. Con sus películas. Las frases. Sus rutinas: El yo no se puede ser a lo mejor, el día martes pavorreal.
Las presentaciones en provincia. Aun no me cae el veinte en la cabeza porque mi padre se encaprichaba para llevarme a su circo.
La rutina es muy simple. Como una pesadilla.
Los niños pasan al redondel. Los auxiliares seleccionan. Luego las personas de utilería colocan las sillas.
Once niños para diez sillas. Dar vueltas para encontrar el espacio disponible mientras la música corre. Al detenerse. Agenciarse del lugar.
Sentones y pellizcos apresurados.
Luego Capulina dice: usted se ganó un pase. Un pásele a su lugar. Vaya con su familia a sentar: Quien rompe la inocencia debería ser pasado sin juicio al pelotón de fusilamiento.
Por eso no tengo problemas con la ensoñación. Filosofar con las ganas.
La fantasía sexual de tener relaciones con una persona de baja estatura. No enana. Solo con una mujer que sea de estatura reducida.
Conozco una de ellas. Accidentalmente llegó a la vida social sin proponerlo. En las oficinas de las juventudes comunistas que aun frecuento.
Ella cursa ingeniería en sistemas de computo.
Es linda. Sencilla. Morena aperlada. De nariz fina. Par de pechos equilibrados, listos para ser cosechados. Cintura cómoda. Nada despreciable su trasero.

Si vamos a perder, hay que intentarlo alguna vez. La vergüenza de llevarla a la cama. Juguetear con sus formas y tamaños. Seguramente podré disponer con facilidad.  Echarnos una capirucha.
Arriesgo y le propongo venir a casa. Tengo cerveza y ganas de verte, le dije.
Llegó antes de la media noche.
Establecimos tensión dinámica hasta que el alcohol nos relajo. Quiero contigo. ¿Qué? Contestó.
Hacerlo, ya sabes. Tener sexo. Hacer el amor. Coger.
Pero si tienes pareja. Como crees. No me gustaría que tuvieras problemas.
Tal vez si me lo propone tu chica, podemos hacer un trio. Ella me gusta mucho y tú estás bastante guapo.  Convéncela y lo hacemos.
Quizá tu verga sea del tamaño adecuado de mi vagina.
Entonces, me sentí como aquella vez en el circo de Capulina. Esa maldita noche del problema real.
Cuando mi padre me llevo hasta el ruedo para que concursara con ese tipo tan perdedor. Estúpidamente tonto.
Bajando de la nube. Arrastrando los pies: Inconforme.