Wednesday, July 13, 2011

el rock nunca fue la solución



Te lo prometo, chavo, desde que las cosas se comenzaron a salir de control, en pocas palabras, a calentar, deje de venir al barrio antiguo.
De eso ya son cuatro años. Largo exilio voluntario. El horno ya no está para bollos.
Antes, la onda era llegar al Iguana pasadas las doce.
Poco importaba si le caías solo o con la bandita, de cajón te encontrabas camaradas, a pistear bien machín, ponerse japi.
Caguamas envueltas, escondidas detrás de la bolsa de papel estraza que de nada sirve, nomás para que no sepan de cual estas chupando, como quiera la onda era ponerse pedo.
Las morritas, en grupito, michelada de Indio o Tecate light, bien helada, que las ponía cotorronas, siempre se armaban los afters, el ligue, y si le gustabas, un palestino libanes.
Comenzaba la fiesta, el cotorreo, el rebane, el desmadre, la buena onda.
Para que te niego que no le pongo de repente a la soda.
La mota siempre me dio bajón, y cuando traes las baterías bajas, necesitas dar el estirón levanta chompas.
Ahí estaba la morra que conocí en el concierto de Anthrax.
Buenísima onda, flaquita, con frenos. De Sabinas se vino a estudiar Relaciones Internacionales en la Uni. Como mascaba más o menos bien el inglés, ya estaba jalando en una onda de Telemarketing por la calle Pino Suarez.
Le dije, cuando estuvimos frente a la barra: ¿quieres ver algo hermoso?
Ese truco se lo aprendí a mi broder, el Zorzano, que es todo un dandi de las Cumbres, se rió diciéndome a ver mamón.
Voltea a la pared: en la pecera se reflejaba la imagen de ella. La pelota estaba ya en el fondo.
Me presentó a sus compas, armamos muy buen coitorreo.
Nos dieron la cuatro de la mañana. Vámonos al depa nos dijo, a seguirle la peda, al cabo le llamamos a don cheve y ya lleva hasta allá.
Pídele cigarros Marlboro ligths, nomás llegando se los pago.
Va pues, sonreímos.
El Inge Gómez se quedó dormido en la recamara de la morra. Seguimos en la rebambaramba, en el estira y afloje. Un picorete, besito como que no quiere.
Que saca su pipa. ¿No te molesta?, no como crees, tu ponle.
Ya la onda más intimista, quesque se aliviana y la cachondea.
Dame shampoo, le pedí, y le doy dos caladas que llenan los pulmones con juguetona y carismática mota.

Pero no, llegaron los de la maña, los de la última letra, con sus compas vendiendo su mugrero en los baños.
Te lo cuento en confianza
Cuando me puse de novio con la Ivonne, deje de venir, nos íbamos a su casa, ahí siempre hubo cotorreo, hasta más vara me salía, que fue cuando me quede sin chamba y me puse a hacer de todo, con tal de traer un varo para irla pasando.
Pero los de la maña ya controlaban la venta, cobraban piso, andaban con sus fuscas a toda hora, levantando gente, dándoles piso, como si nada.
Pa que nos hacemos pendejos. Ya tenían bien azorrillados a los de la Regia. Si todos trabajaban pal mismo patrón. Al que le daba por mandarse solo, desaparecía.
Así, valió madre.
A toda hora podías conseguir un pasecillo. Un cien, o un ochito.
El pedo era que quien sabe que tanto le mezclaban, yo creo que hasta raticida, porque luego no te podías jetear y andabas como zombie todo el pinche día.
Luego me cantone con la Ivonne.
Deje de venir. Ya nomás los veía por fotolog, flick y Facebook. Neta que me daban envidia, pero así es la vida.
Ya todos los carnales y carnalas andamos en los treintas, que son como los nuevos veintes.
Como quiera nos agenciamos La Rocka y nos descolgamos a la Arena Monterrey, a las tocadas chidas.
El ambiente jamás se hizo igual en ninguna parte.
El barrio siempre será el barrio.
Y que nos animamos a salir. A celebrar los veinte años del Iguana.
Separamos fechas en el calendario. La morra y yo conseguimos quien nos cuidara al morrito.
Primera tocada con el Inspector.
A webo. A bailar ska. En el escenario grande, entrada gratis, nomás lo que nos gastáramos en las cheves.
A todísima madre.
Luego quedamos de vernos en el de la Disolución Social.
No alcanzamos boletucos pal Gran. Ni modo, pero como son raza, luego los guatchamos.
Que buena tocada punketa con la Disolución y todas las bandas de vieja escuela. Conocí al Vladimir, que me invito a un show de pornoterrorismo en el viejo Cine América. Simón, ahí caigo con un compa.
Salimos hasta la madre. Contentos.
Después de eso, como que agarre nuevas ganas, vaya, de seguirme saliendo como antes.
La noche del sábado siguiente hasta permiso me había dado.
Preguntamos quien iba a estar en el Iguana, sabe. Checalo por internet.
La onda electro no es de mi agrado, jamas me latieron las tachas, los hongos y los estados alterados, de estar bailando toda la noche con el mismo sonidito. Ni madres. Yo soy y creo en los virtuosos que tocan los instrumentos. No una pinche computadorcita.
Quedaron solo dos lugares.
Muy temprano pal Chac.Mol con caguamas transnochadoras y baratas. Voy al Gargantúas. Dije.
La onda era parrandear. Beber cerveza como antes. Soltar la tensión del subempleo.
Apenas llegue a la barra.
Una Indio. Voy al patio, sentarse y esperar que corra un poco de aire que refresque.
Entra la llamada de Ivonne. He, guey, mejor regrésate a la casa. Hubo tiroteo en el Iguana. Mataron a los de la puerta y a los que iban ingresando.
Ay no mames. Le dije. Si apenas estoy con mi primera cerveza.
Ya sé, pero mejor regrésate. Todo se puso caliente. Chingada madre, me dolió la barriga.
Ni pedo.
Ya de regreso en el carro, agarro Isaac Garza rumbo al poniente, paso Juan Méndez. Ya me dio hueva ir al Chac Mol.
Tiene razón la Ivonne, cuando nos alejamos de toda la onda y que quisimos volver a los lugares de antes: el rock nunca fue la solución.

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