Wednesday, October 26, 2005

Mis dos amores














Fueron mis dos primeros amores.
A los doce años Diana se veía un poco mayor a las de su edad. Su cuerpo esbelto, de señorita, no puedo olvidar la imagen de verla con sus pantalones blancos strech.
Ambos caminando por el lado derecho de la acera. Diana la lectora, la niña fresa de colegio católico. Las canciones de duran duran: The reflex. Las llamadas por teléfono por horas, diciendo absolutamente nada, solo escuchar la respiración de quien amaba. O eso creía era amor.
Luego Laura, una niña exquisita, con su nariz tan delicada, su candidez para charlar sobre cualquier cosa. Su desenfado cuando llegaba yo tarde. La hermana menor de una anterior novia express. Laura hermosa de mente y cuerpo.
Y ahora estoy en un restaurante fresa esperándolas, llevo cuarenta y cinco minutos. Varias veces me llamaron al celular para decirme: no te vayas. Cada una por su lado. Diana tiene la responsabilidad de dos hijos y un marido. Laura sigue soltera y cada vez más sencilla, es auxiliar de dirección, su horario de trabajo depende de la carga emocional del gerente.
Sentado en la leyenda de la tranquilidad escuchaba a un grupo de jóvenes señoras entrando al local, esperando la asignación de mesa: No sabes como batallo con la muchacha, se come la cena de mi esposo. Ya le hemos dicho muchas veces su deber esperar hasta el último, pero no entiende.
Eran cuatro las damas esperando lugar y yo solitario, arrinconado, casi desesperado de la tardanza de mis dos damas de compañía.
Por momentos estuve a punto de reventar, y decir viva la revolución: abajo los ricos, viva Fidel y el Che. También Viva Pancho Villa. Imaginé entrando las fuerzas del sur, al mando de Emiliano Zapata, por el lado de la barra separadora de la cocina y de las mesas.
Pero las cuatro señoras seguían reventándome los intestinos con sus nimiedades. Y mis dos amores platónicos sin llegar.
En el restaurante le di vuelo a mis métodos mentales más sofisticados para darles muerte a estas damas de clase media aspirando a un mega aumento de su marido.
Para cuando llegaron mis dos amores, primero Diana, y luego Laura, yo ya tenia en mente no pagar mi cuenta.
Hablaron y no dejaron de hacerlo, casi sin tomar aire. Del tanto tiempo de no vernos hasta el como hemos cambiado.
Prendí un cigarro y tosí.
Dos amores, un cigarro, un doctor para hacerlas bajar de peso. Yo y mi panza caguamera. No hay mejor manera de soñar dos futuros sobre la misma mesa.

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