Wednesday, August 03, 2005

Impotente pero no tanto


Impotente pero no tanto

Debo admitir muchas cosas: mis miedos, mis sobresaltos, mis ansias de vivir al límite.
Por lo general, ya en materia, mis compañeras sentimentales no duran a mi lado más allá del año y medio.
Metallica da más conciertos, ganan más dinero, y por supuesto, son más famosos.
A mi no me enoja compararme con ellos.
Quizá los vea como algunos amigos desconocidos: en común tenemos borracheras imaginarias en el auto, dando vueltas por la ciudad, los pleitos de cantina, los excesos de soda.
No puedo describirme como un tipo rudo.
Me asusta el amor. Durante un año y medio, mi primera esposa y yo lo hacíamos todos los días.
Aun después de nuestra separación, nos reencontrábamos al llamado de la piel.
Ella diciendo mentiras a quienes la recibieron después de haber echado sus cosas a la calle. Para ella no había fijon. Era amor apache: del bueno.
Jamás utilizamos método anticonceptivo, llámese condones o pastillas.
Era yo muy tonto, con 27 años te quieres comer el pastel a puños. Ella estaba de acuerdo en casi todo.
Nos aventábamos el mañanero, el vespertino, y hasta el nocturno, y si por casualidad teníamos insomnio, el uno le rascaba las ganas hasta despertar a la pareja y hacer chaca chaca.
No puedo dejar de pensar en sus enormes senos, como los tomaba en el aire, como se sacudía.
Sus bodys transparentes, de esa hermosa likra y su voz pidiendo que la grabara.
Asistí con ella varias ocasiones al ginecólogo. La likra le producía cierto tipo de alergia. En cada consulta, el médico nos preguntaba si deseábamos tener hijos, de tomarnos el tiempo para pensar, de hacer cuentas para establecernos firmemente.
Sospecho del medico, algo encontraba de disfunción y nos daba la oportunidad de buscar métodos de inseminación artificial. Claro, cubriendo sus honorarios.

Después de nuestro rompimiento, me quedo la sospecha de ser estéril. Soñaba con la figura de Cesar, mi tío, excelente fotógrafo, pero para desgracia de él, estéril.
Es lindo ser niño y sentirte consentido por tus tíos, como César: tener todos los juguetes y dulces, la gente común me envidiaba.
Mi mamá siempre dijo: “se quedo así por ver siempre la televisión de cerquitas”.
Yo pensaba cuantas veces ví la televisión a menos de un metro de distancia.
La Kripotonita televisiva había dado en su blanco, en mi cuerpo. Eso era irreversible. Clavado los colmillos en la oscuridad de la conciencia.

Cuando ella emigro de la ciudad, comencé a salir con la mamá de mi hija.
Había un dicho: Otra peda de estas, y por favor me llevas a oceánica. Disfrutábamos andar de novios. Metiéndonos mano en el súper, en la esquina, en la cantina, en el burdel, en plena calle.
El domingo 21 de enero, a las seis con treinta, ambos llevados por el aburrimiento de futurama, la serie fracaso de matt groening, el uno al otro le lamió el futuro y concibió una imagen inolvidable.
Al terminar la sesión amatoria, lo primero en venir a la mente, era el número de día de su ciclo.
Lotería, buena en cuadritos. Mi supuesta infertilidad llegó a su fin el 14 de febrero.
Yo llegando con un ramo de rosas al trabajo de ella, ella emocionada y con miedo, me dice al oído: felicidades, vas a ser papá.
Por un lado, mi lado bloqueado, digo yes... Si puedes tener bebes. El otro, el más difícil: mandar una carta a mi familia para darles la buena nueva.
Luego, hablar con los papás de ella.
Una comida otro domingo. Y ella viniendo a vivir conmigo. Como siempre. Un año y medio. Ni las giras de Metallica duran tan poco.
La impotencia quedó curada. Luego invente enfermedades nuevas, más locas y mas costosas.

1 comment:

Orfa said...

Insisto: te envidio. Yo quisiera tener una hija de 3 años que no viviera conmigo. Ser madre de 24 horas me volvería loca. Ciao.