Monday, March 12, 2007

Hunter


Costó una gota de sangre de mi nariz el reencontrarnos. Ya ambos estamos fuera de prisión. Lo busque en la privada Osvaldo Sánchez, en la colonia Hidalgo, al norte de esta mancha de gente desconocida.
Un rumbo perdido en una zona llena de tejabanes y casas despostilladas donde los desaparecidos de la gran ciudad, tienen un destino común.
Pregunté a una pareja del siglo veinte mas uno sobre el paradero de mi compa.
Ahí donde esta la camioneta azul esa es su casa, me dijeron.
Toqué fuerte en el barandal de su casa. Salió una mujer blanca. Preguntó si se me ofrecía algo.
¿El Hunter?, de inmediato puso cara seria. De parte de quien, acerté a decirle lo busco yo.
Ella se ve muy alcanzada por la vida. Tiene una blusa blanca, el pantalón deportivo y el vientre abultado.
Debe tener andar en la segunda década de la vida, pienso en el interior.
Estoy buscando parte del pasado en las calles del desengaño.
Volteo instintivo como asustado, mi cara se golpea con las rejas de la casa. Siento un dolor profundo, pero no le presto mucha atención.
Susana, mi acompañante en esta aventura dice: tienes sangre en la nariz.
No puede ser, otra cortada más en mi rostro. Ahora no puedo culpar a nadie.
Estoy con los reflejos caídos. Nada cimienta los pasos. Hace un rato bebí una pepsi para despertar: Nicotina, Cocaína y Cafeína.
Mi desayuno continental. Menos mal, la Heroína es bastante dolorosa y un tanto antihigiénica. La marihuana es solo una droga social, me desagrada su aroma, además en cualquier parte conectas un cigarro, un buen guato.
La marihuana solo te seca la boca y provoca mucha hambre.
Del interior sale Hunter si playera. Tiene solo diez mas siete años. Sonríe y me ofrece pasar a la sala de su casa.
Entramos Susana y yo. Nos sentamos en los sillones. Hunter ríe. Ya no tiene las heridas frescas, como cuando lo conocí. Solo le quedan las cicatrices.
Pido permiso para pasar a su sanitario. En la cocina de su casa tres mujeres preparan de comer.
Veo de reojo. Son demasiado jóvenes. Pero tienen en común el trabajo: son teiboleras.
Hunter da asilo a las desamparadas, dice, duerme con todas ellas. Son sus amigas. Todas menores de edad.
Son niñas, son sus hijas de alguna manera. Las niñas vagabundas, la carne de asalto, las niñas torcidas.
Lavo mi cara en donde enjuagan el trapeador. La sangre deja de fluir. El lente desprendido de su armazón.
Se ha clavado en mi nariz un pequeño pedazo de plástico. Cuando compre mis ojos, los artificiales, no percibí la posibilidad de un accidente tan fatuo.
Susana es una excelente conversadora. Hunter recostado en el sillón principal. Habla del fin de semana. Fueron a la presa de la boca a beber. Seguramente esnifaron coca y fumaron piedra.
Hunter les dice a sus amigas, este es mi compa, estuvo conmigo en la cárcel. Recuerdo esos tres días antes de renacer a la libertad.
El frió en todo momento, las planchas de concreto donde dormimos a pedazos vigilados por el circuito de seguridad visual.
La falta de comida, de papel higiénico, el otro compa, su olor rancio, procesado por cómplice de robo de auto.
Otro compa dueño de una almohada sin sueños, procesado por prestarles el terreno donde clavan los autos robados. Él ya se quiere ir, dice: en el penal por lo menos te dan de comer.
Ya lo presentaron a los medios de comunicación. Uno de sus cómplices le puso el dedo. El otro dijo ni siquiera conocerlo. La condena esperada es entre cinco y diez más cinco años, pero como es reincidente, le darán una pena más fuerte.
Hunter en prisión los captores le piden tomarse fotografías. Levanta las manos y hace señales de living la vida loca.
Javier se llama el compa. Yo le digo Hummer. Le gusta su nuevo nombre. Como los carros donde viajan los narcos en la ciudad.
Charlamos entretenidos fumando de mis marlboro blancos. Tiramos la ceniza en el piso. No hay bronca, el vive solo y es responsable del cuidado del hogar.
Susana le dice sobre la suerte de estar vivo. Yo digo VIVO.
El dice si. Es una verdadera fortuna, despues del accidente donde lo capturaron despues de una larga fuga por mas de diez cuadras en la colonia, donde lo cercaron y le pusieron contra el cofre caliente de la patrulla.
Yo ya cumplí con mi parte del trato. Le busque en los consejos tutelares y hasta en la procuraduría general de justicia, de donde salió pagando diez mil pesos a los agentes, ellos como judas, repartieron parte del botín con sus superiores.
Hunter o Hummer tiene resaca, sus amigas hacen de comer, él me da su número móvil, la niña mujer desde la regadera marca mi numero telefónico para guardarlo en la memoria de su chip.
Ahora tú me buscas, le digo. Si, asiente. Nos tomamos unas cervezas el sábado. Aun no le he dicho el abandono a la cerveza.
Fumo en el trayecto al carro. Susana dice: nadie tiene la culpa. Ya lo sabía. Ojala y Hunter se vaya al otro lado y haga una nueva vida. Aunque no lo creo. Su hijo de cinco meses carece de sus apellidos.

1 comment:

Anonymous said...

Hola: Esto es realmente especial y fresco. Te deseo lo mejor de lo mejor. en este espacio. BESOS, BESOS, Y MAS BESOS....