Thursday, March 08, 2007

Like a rolling stone


Le dicen la flaca, la chaparra. En el Flamingos ella se dedica a atender las mesas. Trae las cubetas con cerveza indio bien heladas. Se sienta contigo a charlar de sus penas. A veces solo escucha y bebe más rápido, como si llevara prisa en cada uno de sus tragos.
Baila el vallenato como nadie. Tiene muchas amigas. Duerme cuando puede. Si los clientes la buscan, en aquel cuarto a varios locales de su lugar de trabajo, ella esta dispuesta para seguir la parranda.
La conocí una noche varia. Llevaba el suficiente alcohol en la sangre como para dejarla acercarse a mi mesa.
Comenzó a preguntar como me llamaba, mi trabajo, algunas cosas más. Yo jamás he despreciado la buena charla y el alcohol. Pedimos varias tandas y comimos algo para asentar el estomago.
Puestos de acuerdo nos fuimos a una habitación. Pague cien pesos y nos dieron un par de toallas y condones.
Ya en el interior sacó de su bolsa algo totalmente desconocido. En una lata de cerveza vacía hizo varios hoyos. Junto ceniza de los cigarros.
De un empaque de aluminio sacó unas pequeñas piedras. Parecían perlas en manos de un cazador furtivo. Luego por la parte de abajo del bote comenzó a dar bocanadas profundas.
Me ofreció de su néctar. Ahí estoy con ella. Un espejo frente a nosotros. Aspirando y no dejando salir el humo. Luego nos besamos. Nuestras lenguas jugando con esta nueva maravilla.
Los dos tendidos en la cama, imaginando, tocando el uno al otro. La ropa pronto se evaporo de nuestros cuerpos. No se cuantas veces lo hicimos. Solo la interrupción necesaria, el descanso y volver a fumar.
Entramos en la regadera para volver a la realidad. El agua helada saliendo de un tubo. Nos vestimos suavemente. Volvimos al flamingos a seguir con nuestra conversación.
El agujón de esa nueva experiencia ya esta clavado en mi interior.

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