Todos los locos miran al sur o al norte, según la latitud y el afecto.
Lo hago al pasado, más que al oriente u occidente. La memoria se va malgastando.
México City, Dallas, Hermosillo, Jalisco, Paris, Madrid, Barcelona y Varsovia.
Nada se compara a las horas en la sala de espera. Levantar la mirada expectante, cualquier señal, modificación al itinerario.
El pase de abordar en blanco. Viajero en stand by. Lista de espera, con asiento asignado a la imaginación.
Regreso a la infancia, como el habitante perene que rehúsa salir.
No llene de piojos en la sierra de Oaxaca, desistí, mi colofón era otro.
Evite la sarna de canícula en Monterrey.
La ducha de botecito, ciudad parabólica. Defender el peso como perro. Devaluación. Las cocas heladas y los kekitos sabor naranja, solo más caros.
¿Crisis? Solo que ya no vamos a ir tan seguido a Mcc Allen.
Los dos carros en casa, americano y japonés. Aun de acero. Ocho cilindros. Pemex orgullo de todos los mexicanos.
Del 2600 al 2800 hay un paso. Horas de esclavo, frente al televisor.
Inocente, como lo son los críos, en su campaña a gobernador, a Don Alfonso Martínez Domínguez, saludé de beso, igual al abuelo, a los tíos y a mi hermana.
Un día menos, en la víspera.
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