Monday, January 23, 2012

Este Hogar es




Siempre por la mañana del domingo, más o menos, a la misma hora, tocan a la puerta. Lo pueden hacer con los nudillos o utilizar el timbre.

Vienen en par, ya sea dos varones, o dos damas. También los infantes acompañan a los propagadores.

Pulcros en el vestuario, camisa blanca, planchada cabal, juego corbata negra y pantalón sensato. Las damas, vestido largo, recatado o blusa y falda, jamás corta.

Cubren los tobillos con medias, y del sol, con la sombrilla.

Buenos días, mencionan, al momento de escuchar descender los escalones. Buenos días, remachan.

Descorro las dos llaves y el pasador.

Algunas veces, desde el balcón, sin mover la persiana, los dejo hacer su lucha, que detrás de cinco minutos de insistencia, se dan por vencidos.

¿Si hoy muriera, a donde irá a pasar la eternidad?

Soy un hombre de mediana edad entrando a la madurez, debo admitir que la palabra muerte suena cercana, muy sincera.

Los hábitos de los viernes y sábados reconvertidos en solo sábado de whisky agua mineral y cena.

¿Sí en esta tarde usted muriera, y se encontrará con el creador, que cree le diría?

Las pastillas de mil miligramos de paracetamol antes de ir a dormir son una maravilla. Antes, solo volteaba el bote y dejaba caer sin miramiento, pensándolo como en dulces para prevenir la cruda.

La biblia nos dice que existe un lugar de condenación, donde el llanto y el crujir de dientes será eterno.

Otra vez esa palabra, rayos. Comienzo a sentir comezón en la nariz.

Verles sudar, impregnando la ropa, que estoy seguro con tanta resolana y polvareda, están ya tocando las puertas del cielo, con sus obras.

Del bolsón extraen el atalaya y el despertar.

Pero la biblia, y los profetas nos dieron la pauta para que el hombre no se pierda.

Los escucho aun con buen ánimo. El partido de soccer al medio día es lejano.

Puedo seguir perdiendo el tiempo. Dejarles ofrecer el paquete completo: sabes usted que se va al infierno y nada hace por remendarlo.

Los problemas aterrizan de manera abrupta. Inducen al interrogado a leer.

No quiero desanimarles, soy capaz de inventar una prospera carrera analfabeta, que se ha he forjado en el trabajo fecundo y creador de un vividor de becas, mujeres y amigos tranzas.

¿Ahora se da cuenta? Arremeten.

Están en lo correcto: voy a ir al infierno, He usado condón, acompañado a mi ex novia a la clínica de la mujer en texas, fumado crack, aspirado cocaína y cristal. La mota da hueva. Los ácidos truenan la cabeza, amnesia. La mezcalina, sueño. La cerveza, bailar. El brandi solo para lavar las llantas del carro. El ron, si es Habana Club. El escoces, puntual.
¿cual cielo?
El seno de Abraham, el que promete Jesús, el de los dejados atrás, el nirvana, Confucio, Ala, buda, el de los mayas, aztecas, el paraíso lleno de virgenes atendiendo al creyente.

Me voy a la condenación, sin tocar baranda, al lago de fuego y azufre, donde la bestia y el falso profeta y los millones de extraviados. Acompañar a Adolf Hitler, Juan Pablo Segundo, Gustavo Díaz Ordaz, Colosio, Lazaro Cardenas, la madre Teresa de Calcuta, José José, Sadam Housein, Yaser Arafat, Juan Gabriel, Freddy Mercury, Rocío Durcal, Raphael, Amy Winehouse, Idi Amin, Liz Taylor, Michael Jackson, José López Portillo, John Smith, Carl Marx, Jimmy Hendrix y Jim Morrison.

Haremos una gran fiesta, de eso estoy seguro. Será el mejor espectáculo de todos, durará perpetuamente. Tendremos seis pisos con seis cientos sesenta y seis marcas de cerveza extranjera, sin cover de entrada, con área VIP para corazones rotos, sucios y remendados.

Ahora si me permiten, les ofrezco, un vaso de Pepsi bien helado.





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