Tuesday, January 31, 2012

Welcome to the jungle.




¿Eres católico? Preguntó severo, quizá en ello se le va la vida. Probablemente.

El desconocido, recargado en la zona de la maquina de queso para nachos y chilli para hot dogs.

En una bolsa de plástico transparente, mientras degusta coca cola, se asoman lo que deben ser misales.

Es una de las dudas que menos preocupa responder. Ojo avisado.

Domingo por la mañana, desayunando dos ordenes de tacos a vapor, en el súper 7 y una Pepsi.

Entre los pasillos, mi hijo se esconde. Juega a imaginar que todo lo que esta a su alcance puede ser suyo.

Tengo la certeza que el repollo, para los tacos, lo usan para engañarnos.

Da la imagen mental, de que el taco, aparte de la embarrada de papa, chicharrón, frijol o deshebrada, hay algo substancioso.

Añadida la salsa verde, aguantar hasta media tarde, comida familiar en el mol.

Se ve que su hijo es hiperactivo. Debería de llevarlo al doctor.

Quiero reír, aunque debí de fulminarlo con la mirada.

Apuro el trago, de un jalón, sin respirar, hasta el fondo.

El envase vacío lo lanza a la basura. De tres grandes zancadas, empuja las puertas y sale.

Por la avenida, rápido cruza y detiene el taxi.

El cuello rígido, la corbata aprieta. Las venas saltan en la frente.

Todo sudor, abre la puerta y se sienta al lado del piloto.

¿A dónde lo llevo? Inquiere.

¿Eres católico?, indaga.

Mejor dele, dele, señala.











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