Texas
es donde viviré la vejez.
Todos
los días por la mañana iré en la camioneta 4 X 4 a las tiendas de dólar por chucherías.
También por las donas recién echas y los refrescos que no deben faltar en la nevera.
Quizá
por juguetes. No muchas para que no se haga costumbre. Los menos. Que les
regalaré a mis nietos. Que vendrán a visitarme en las vacaciones. Estarán
algunos días. Luego no nos toleraremos mutuamente.
Dirán
que mi casa huele a encerrado y yo huelo a viejo.
Que
debo cambiar las sabanas mas seguido. Pero que la chica salvadoreña que viene a
ayudarme con las labores de limpieza fue deportada y necesito encontrar pronto
una suplente que haga esas labores por el mínimo.
Diré
que hacen mucho ruido. Que duermen hasta tarde y no me ayudan para doblar la
cama, mucho menos a lavar la losa.
Sus
padres dirán que son mis nietos. Que qué quería si están completamente
saludables. Que todo el año están diciendo lo que harán la semana de visita al
abuelo.
Que
quieren llevarme a Disney, pero que les preocupa el estado de salud del
corazón.
Les
contestaré que los voy a enterrar a todos juntos.
Y
que por mi no se preocupen. Que aun el árbol con que se va a fabricar mi ataúd aun
está en pie.
Dirán
que eso cuesta mucho dinero. Que es mejor incinerarme. Que lo piense bien. Si ya
estoy muerto, porque gastar.
Ya
lo tengo previsto. Que no se preocupen. No pensaba pedirles a ellos.
Que
no tienen dinero. Están pagando la hipoteca de la casa, de la camioneta. Y que
tienen en mensualidades controladas la educación universitaria de los niños.
Me
dirán que soy insoportable. Que nunca cambié.
Se
subirán a su camioneta. Todos. Los muchachos me verán con nostalgia. Hasta el
póximo periodo vacacional.
Mis
hijos un poco enfadados. Al final de la calle me dirán adiós agitando la mano
en el aire.
Ahora
si tendré oportunidad de ir a recoger al sex shop la muñeca inflable que pedí y
que tarda de seis a ocho semanas en llegar.
No comments:
Post a Comment