Salieron del bar. Dispuestos a leer los poemas marxistas leninistas, a planificar la próxima revolución proletaria.
Ella le llamo chavista, él, fidelista. Se besaron escuchando a Guns and Roses en el estéreo.
Le pareció misteriosa su mirada, esa sonrisa lúcida. Ingenua y a la vez tierna.
Llegaron a un departamento en tercera planta. Carente de luz y de agua.
Los muros descascarados, minimo significa casí nada, le dijo.
Acostados, se desvencijaron a mordiscos y tanteos banales.
Ella le pregunto: ¿Qué tienes de especial?
Desconcertado, movió la cabeza.
Nada. Nada especial.
Se vistió: sostén, calzón, pantalón, blusa, calcetines, aretes, reloj, pulsera y zapatos.
Los viernes son un buen dia para besar alguien nuevo. Nada mal regresar al bar.
Cerró la puerta, sin hacer mucho ruido.
Adelante, la interminable soledad de la escalera.
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