Friday, December 23, 2011









Los billetes, los grandotes, vienen fáciles. Nomás es cuestión de ponerse trucha.

Ahí te va lo que hago desde hace años. No la armo con la lana de las dos plazas que tengo como maestro, a ingeniárselas.

Los hijos están creciendo.

Mi vieja y mis gallitos, que no es de siempre, una o dos veces a la quincena. Pos esta cabrón.

Compras uno o dos carros baratones, que no se vean picados.

Los lavas bien. Vas a que le den una buena chaineada al motor. Limpias las mangueras y la cabeza, si hay fuga aceite. Luego le mueves tantito al cuentakilómetros, que se piense que aun le cuelga.

De la vista nace el comprador, mi rey.

Luego, te llevas a tu chavalito al tianguis del auto. Un six y te lo cargas.

Evita a los coyotes que siempre merodean a la entrada. Les das avión.

Chispón, chispón.

Te acomodas. Lees el periódico. Prendes la tele portátil. Cae uno, caen dos. Van preguntan. Abren las puertas, le echan un ojo, regatean. Dicen que lo van a pensar.

La onda es no agüitarse, llevarla tranquila.

No te bajes más de mil o dos mil pesos.

Ya lo tienes contemplado.

La raza trae billetes, y las quema.

Tu no los estas engañando.

Eso si, no olvides irte bien alivianado con todo el kit protector solar del cuarenta.

Cárgate de buenas vibras, persígnate, que se noté traes un karma ponedor.







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