Thursday, December 15, 2011

La prieta

El calor es tan denso, que al techo de lámina hay que revestirlo con dos falsos de tela sin importar el color, aunque de preferencia blanco, que con el paso de los meses se ennegrece, pudriéndose poco a poco, amortiguando el traidor golpe climático.


Con todo y eso, Ramiro, a quien sus vecinas la conocen como la prieta, tiene frio.

En medio del verano, trajina con camisa manga larga.

Le han diagnosticado VIH, desde hace seis meses, en la clínica municipal.

Dieron parte de su nombre a Salud, con letras negras y sombreadas con marcador rojo, archivo indepurable, dice, para el registro nacional epidemiológico.

Ni modo, ya me jodí. Ahora a cuidarse.

La han visto, sus vecinos en la vecindad de tejabanes, con miedo y asco.

No te juntes con la prieta, escucho comentar a Juana, emigrada de san luis, su comadre, chava veinteañera, bailarina de taibol dance.

Trae el bicho, murmuran sus vecinas.

Desde el marco del tejaban, que no cuenta con puerta, solo el recuadro de madera, con la cortina corrediza, piensa con alivio: ojala no sufra mucho y  me muera pronto.

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