Se paciente, piensa.
Spring break. Playa y plata. Chicos divinos y mujeres admirables, arrebatando el sol y bebiendo cerveza.
Entre ellos, el productor de televisión más popular de la ciudad.
Llegando a los cuarenta. Sin abdomen. Fruto de la lipoescultura, quijada grande, dientes derechos, cabello inserto en la frente.
Ejecutivo de plena confianza de los dueños, confidente de los junior, que le permiten, elegir, contratar y despedir.
Capricho, solo al elegir cocaína o anfetas. No es de los nacos, que andan con mota o crack.
Escrutando talentos nuevos. Rostros que sean perfectos a los encuadres. La dicción las pulen con cursos de oratoria, les damos fogueo con chicas de la mesa de redacción.
Un cuerpo hundido, con voz linda o sexi, es un barril sin fondo.
Desde el balcón, sigue el ciclo.
Sirve whisky, agua mineral y bebida energética. Acerca una silla, de colchón neumático, malditas almorranas juveniles.
Monitorea twitter, envía fotos y actualiza estado en Facebook.
De vacaciones donde nadie se necesita esconder, coloca en el muro.
Su proyecto, la seleccionada, chica monumental, madre soltera, la encontró el año pasado aquí. Caminando extraviada.
Te interesa la televisión, le preguntó, al acercarse.
Ella, sonrió. Claro, es mi sueño. Como lo es de miles de chicas de mi edad. Solo que yo trabajo de modelo en un servicar, tengo una hija de tres años y un ex novio que no la mantiene.
Con su blackberry le hizo una prueba, solo si lo autorizaba. Esos ojos expresivos, hace juego con el horizonte.
¿Son tuyos? Preguntó por los pechos.
Claro. ¿Si son naturales, quieres saber?
Si. Eso. Se supo lerdo, devorado por la pregunta.
Si lo son. ¿quieres tocar?
La siguiente semana, apenas el martes, ya integrada en el staff del programa de revista de la tarde. Rodeada de otras seis conductoras, quienes envidiosas, saben que sus ciclos están por cerrar.
El remplazo depende del caprichoso rating.
El productor, desde el privado de dueños, quienes ansiosos esperan el descubrimiento de la estación, la presenta: La más nueva, bautiza.
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