La gitana

Eres lo que se llama, diva del espectáculo, de las muchas noches, en los centros de entretenimiento para adultos.

Sabes metamorfosear los sentidos. Realzar los pómulos, ajustar la cintura. Potenciar las pestañas, cautivar con la mirada.

Seducir la fantasía.

Mover la cadera. Seguir la melodía. Engañar la vista.

Perras, amarren a sus chichifos, dices a los demás miembros de la compañía. Controlen la emoción de verme en todo mi esplendor.

Estas lista para salir al escenario. Con ese tocado sutil, apenas cayendo arriba de los hombros.

Corre el telón. El terciopelo pesado de las cortinas.

Los danzantes como preámbulo. Engalanan de calaveras. Este es un tributo a los años de mambo y cha cha cha.

A las rumberas, las exóticas. En el cabaret no vende quien enseña, sino quien mejor presenta el número.

El vértigo y la adrenalina. Consumir del artista, hasta la ceniza.

Llevas un par de semanas con diarrea atroz. Sudoración profunda a la hora de descansar. Fatiga crónica, voy a tomar algunos días. Prometes.

Debe ser algún alimento contaminado, justificas. Fiebre tifoidea, lo más seguro. Tener bajas las defensas. Algún virus nuevo, que llega con las estaciones, la migración de las aves o el calentamiento global.

Pero la realidad, es la más temible de los presentimientos y las pesadillas.

Hoy, antes de caer al desmayo, al vacio, triunfas, levantando la mirada enceguecida.