La colección de calzado es mención aparte. Desde
la noche precedentemente, elijo el par adecuado, para el vestuario.
Por
la mañana, desayuno cereal.
Tengo
problemas de colitis. El intestino es lo bastante perezoso, como un ferrocarril
cruzando con dos cientos carros ganchados, pasado por la avenida mas transitada
de la ciudad, al medio día, cuarenta grados, a la sombra.
Camino
de la casa a la oficina. Soy burócrata y no me avergüenza serlo. Tal vez
algunos renuncian a su labor en el ejercicio publico. Considero que muchos son
los llamados, pocos los elegidos.
Formar
parte del estado, al servicio de los ciudadanos, es una de las justificaciones
preciadas.
Acusado
de pusilánime. No avergüenzo a los mentores que en la universidad guiaron los
pasos desde el servicio social, al enquistarme en la oficina de aguas y
drenajes.
De
ahí pasé a catastro, de donde fui seleccionado para el desarrollo integral de
la familia, hice méritos con la familia del preciso que ascendió meteórico a comunicación
social, en donde he prestado por veinte años el servicio de manera
ininterrumpida.
Hablo
de los calzados como quien lo hace del amor. Colecciono lo más selecto del
calzado de calidad internacional, hecho en el interior del país.
El
sincero gozo y placer erótico es cuando llego con el bolero a que les de una
buena pasada.
Primero
la piel de los zapatos rozando con el calcetín de seda, transparente.
Le
dan champú de calabaza, lubricando los interiores desgastados.
Desde
que despierto ya tengo la comezón de ese placer tan efímero.
20
pesos boleada con tinta o sin ella.
El
mejor spa de la ciudad no reúne las características de lo que el bolero puede
hacer en favor de la sensualidad masculina.
Por
eso tomo el tiempo necesario, no ando a la carrera.
Lentamente,
abre la tinta, que es como ir a otra dimensión. Ponerme en el plano metafísico,
lo próximo al nirvana emocional.
Recubre
el desgaste propio del uso. Eso excita que hace recordar las caricias de mi
madre.
El
arco del pie se pone tenso.
Que
no se detenga esta mano mágica. Dando el mejor placer de la estática en ambos
hemisferios cerebrales.
Para
eso, disimulado, hago como que leo las notas más importantes del periódico.
Los
decapitados, las marchas en Grecia, o las revueltas universitarias en Londres,
parís o Buenos Aires.
Inmediato
coloca la grasa del oso. Con el cepillo saca lustro. Los cabellos, minúsculos
del cuello y el anverso de la mano, erizados.
Con
la franela roja, pule las imperfecciones.
Usa
unos buenos zapatos, me dice. Quiero decirle que cuenta con manos angelicales.
Dice
que pronto pedirán al país, que sea solidario con la inminente crisis mundial.
Que si no me preocupo.
Ajustar
el cinturón de la austeridad en los burócratas. Despedir las partes no
necesarias del grueso aparato administrativo internacional.
Anda
el run run que ofrecerán jubilación dinámica al cien por ciento, incluyen el
servicio medico permanente y demás áreas estratégicas. El gobierno no aguanta
una crisis más.
Quizá
tome la decisión de inscribirme en el programa. Adelante los tiempos. Aunque
nadie lo tiene asegurado.
Que
va.
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