En el
cajón completo de manzanas, soy la única que no esta completamente podrida. Conservo
partes buenas, eso y la bandera a toda asta. Bien parada.
A esta
manzana le puedes abrir un hoyo, para hacer un joint. Usarme como postre en la
madrugada.
Muérdeme
la entrepierna. Bufo. Soy el cocón de medio litro en botella de vidrio.
Destapado, en medio del vendaval de emociones.
La pobreza
es beldad, aunque huele feo. La reconozco en unas buenas tetas. Nación de piel
cobriza. Alimentada a dieta de frijol y maíz.
Ella
es uno de esos ejemplos. Que tiene la sangre caliente. Se prende a la menor
provocación. Desde tomar apunte de los oficios. Inclinada hacia mí. Con la
blusa a medio abrochar. Las puertas abiertas. Las apuestas corren.
Hazme
un paro, dijo. No pude negarme, un pecho bien presentado jamás me ha permitido
cambiar de opinión, aun este exhausto. Siempre soy tan buena onda con los
subalternos.
Me
voy a ir de fin de semana con mi novio, le dije a mi marido que teníamos curso
fuera de la ciudad.
¿Cómo
te ayudo?
Pasa
por mi a casa, el viernes por la noche, después de las siete. Usa el carro de
la empresa. Así no sospechará.
No
necesitas bajarte. Con que des dos claxonazos salgo de volada.
Creo
que la mas hermosa utopía olorosa, de ella, son sus pechos, aunque viva en el
extremo pobre de la ciudad. Lo que fueron los basurales, conversos y
compactados en casas de interés social.
Va
por ti, le dije. Vas a deberme una.
Si
chiquillo, contestó.
Uy!,
no me gusta deberle a nadie.
Abrió
su bolsa y me enseño otra bolsa dentro. Mira el body, con todo y liguero, que
voy a estrenar. Es de Licra importada, con todo translucido.
De
muy buen gusto, afirmé.
¿Si
quieres me lo pruebo?, se me puso dura con la propuesta. ¿te cae? Desafiándola.
Si. Al
cabo, que ya comí.
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