Te digo
que antes no era como ahora. En cualquier
esquina hay un hotel. Por hora, tres, doce o por día. Eso es muy cool.
Antes
las chavas que le atoraban al asunto en la escuela podías olerlas a la
distancia. Las menos, discretas,
enamoradas o pendejas.
No
todas jalaban. A lo mejor si les tirabas un buen choro.
Siempre
fui de verbo corto, pero no de miras.
No era
tan fácil. Recuerda que tenía todos los defectos posibles.
La belleza
no. O exceso de peso. Tampoco. Era popular. Inteligente. Sin pasarse de
clavado.
Era estudiante
universitario. En escuela publica. Con beca interna y en rectoría. El dinero
que me daban mis padres alcanzaba para los camiones.
Si
conseguía aventón de regreso al centro podía juntar los cambios. Comprarme un
refresco.
Esos
eran lujos.
Apalabrada
la morra. Cautivada de un perdedor. No bebo, por ahora. Solo quiero coger.
Entrar
a un hotel. No mames. La mayoría, en la carretera. En periferia de la ciudad.
Podía
buscarme un amigo foráneo.
Que me
prestara su departamento. Pero luego, como compartían con otros, me daba pena
de que me diera quebrada.
Luego
que sus compañeros la vieran entrar y salir. Siempre el que dirán les merma la autoestima.
Alguna
vez le pusimos en un parque público. Otra, en los jardines de la plaza.
Ahí nos
torcieron.
Dijo
el policía, que me encontró con los pantalones abajo, ay cabrón pensé estaban matando a una viejita.
Que los
pujidos de ella, lo dirigieron a la escena del crimen. Ah par de muchachos
calenturientos.
¿saben
que es una falta al reglamento y buen gobierno del municipio?.
Súbanse
a la patrulla nos dijo. ¿Dónde viven? Para llevarlos.
A ver
que opinan los papás de la señorita.
Ni
modo. Le dije a ella. Y varo no tengo. Como para que nos diera quebrada.
Entre
lágrimas, más de coraje que de vergüenza, le regaló al oficial el walkman que traía.
Por fa
me regresa mi casete de Aerosmith. Claro que si. Se lo devolvió.
A ver
si a la próxima mejor se van a un hotel nos dijo.
Ahí pueden
hacer todo el ruido que quieran.
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