Apareció
en medio de la noche. Sobre mi cabeza. Brillante. Es orión pensé. Entrando por
la ventana.
No.
Soy una idea contestó telepáticamente.
Ilumino
la habitación. Toda la casa. La manzana completa. La parte sur de la ciudad.
Me
cubrí con la almohada de plumas. Aun así la luz traspasaba la tela.
Forcé
los parpados hasta que vi estrellitas. Repetí la operación en muchas ocasiones. Cansado, vencido. Dormí.
Apenas
así logré descanzar. Con dolor en los ojos.
Por
la mañana, la idea brillante me siguió. Con temor abrí el agua. La idea sonrió.
Debe estar constituida por alguna especie de energía que no causa reacción al líquido,
como conductor.
Morir
electrocutado por una idea naciente no es algo poético sino patético.
Le
pasé el jabón y le hizo cosquillas. El estropajo le resultó incomodo. Le descamó
pequeñas costras de idea.
Me
sugirió usar shampo de bebé con manzanilla, para no perder lo rubio y los
rizos.
Una
idea limpia. Es de buenos hábitos.
Nos
secamos con la misma toalla. La colgamos al sol.
Rumbo
a la oficina, la idea me pidió los lentes oscuros. Le gusta pasar desapercibida.
Estacione
el carro en mi sitio, gerente creativo.
Durante
la primera junta del día con los correctores de estilo, pidió si era posible le
sirvieran leche, no le gusta comenzar a pensar con el estomago vacío.
Le
pasé una nota a mi asistente. Siga todos los caprichos. Que se sienta cómoda. A
la hora de comida, sugirió ir al mejor restaurante vegetariano.
Avise
a la oficina que tomaría la tarde libre, tengo muchas cosas por pensar.
Comencé
a impacientarme. Las ideas pueden mostrar síntomas de deshidratación, leí en el
internet.
Supongo
que se refería a las recién nacidas.
Las
ideas suelen ser fluctuantes y caprichosas. Debe alimentarlas con el ego.
Sacarles a pasear con partículas de amor suspendidas en el ambiente.
En
solo un día me he convertido en esclavo de una idea.
Una
idea jamás es huérfana de padre y madre, siempre tiene hermanas y hasta primas,
que aparecen a la vuelta de la esquina. Exigen reconocimiento. Salarios caídos.
Prima vacacional y se les reconozca su antigüedad.
Comencé
a verla sospechosa. ¿Cómo descubrir lo que esta en mente de esa idea?
Tal
vez esta idea vino infiltrada por la competencia. Para sacarnos del negocio.
Tendría oportunidad de comprobar su lealtad.
Del
armario extraje el juego del memorama. La idea emocionada brincó por todas las
paredes.
Un
desafió, es mi juego favorito.
Jugamos
algunas partidas. Resultó una excelente competidora. Hasta que viendo como
atestaba el golpe final se enfado y lanzó el tablero contra el piso.
Le
propuse ir a la sala de estar a ver la televisión. ¿Puedes hacer palomitas? Preguntó.
Con doble mantequilla, de preferencia.
La
idea resultó una pésima compañera. Cada uno de los casos que presentaron apenas
en los primeros cinco minutos había resuelto quien era el culpable o el
asesino.
¿Puedes
mejor poner el playboy channel? Estos programas ya me aburren.
Le
dije que si. Solo que no se quedará hasta muy tarde.
No
te preocupes, dijo. Mientras se llenaba la boca con palomitas y viendo girl
next door.
Por
la mañana, la idea me sugirió el trayecto más corto al trabajo.
Mi
asistente ya le tenía su vaso de leche. Los empleados de diseño presentaron
varias propuestas para las campañas electorales.
Todo
marchando sospechosamente bien. Hasta el sonido de la música ambiental fluye
con naturalidad. Pocos timbrazos en el conmutador. Huele a paz.
Mi
asistente hizo llegar un recorte de periódico.
¿tiene
usted una idea nueva, asombrosa, que nadie jamás ha pensado, que pueda ser
desarrollada?
Yo
se la compro. Pago el mejor precio. De contado. No averiguaciones no es
necesario presentar factura.
La
incubadora de ideas de la Universidad Estatal, es el sitio donde usted puede
venir y deshacerse de esa compañía.
Cómplices,
la asistente y yo, sonreímos.
La
idea altanera pasea entre los cubículos, derrochando energía y optimismo.
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