Para Rigoberto Puppo Puppo.
Cambio
de capital a ciudad. La Habana a Monterrey.
Lo más impactante. De dos regímenes distintos.
Aterrizo
en el aeropuerto de Monterrey y se sintió agobiado. El golpe de calor y sin
palmeras.
Había
salido de Cuba ansioso.
Su
primera vez. Participar en la catedra sobre la historia literaria de José
Martí.
¿Cómo
sería el choque intelectual entre comunismo y capitalismo?
Lo
recibieron con un narco bloqueo.
Toda
la carretera que conecta la urbe con la zona conurbada, convertida en un
gigantesco estacionamiento.
Hasta
que llegaron los integrantes de la marina, con las grúas, se descongestiono el
asunto.
¿la Marina?,
le preguntó extrañado al chofer. ¿aquí hay cerca mar?
No mister, le contestó el piloto, solo un par
de presas. El mar esta a cinco horas por carretera.
Llegó
al hotel, en medio de la zona turística.
Se
instaló en la habitación, se desabrocho el saco y se quitó los zapatos, que ya
le resultaban incomodos.
Prendió
la teve. Le pareció inmensa la cantidad en la oferta de canales.
Dos
camas, y matrimoniales. Colocó sus escasos enceres en la mesa, junto a la
cafetera. Dejando libre el otro espacio.
Quizá
voy a compartir habitación con una familia.
Llamo
a la administración y le contestaron que no. Que la habitación solo esta
asignada a una persona.
Pero
esto es una barbaridad, contesto.
La
chica que atendió la llamada le preguntó si podía ayudarle en algo más.
Bajó
al lobby y salió a estirar las piernas un poco.
Se
adentro por la zona peatonal de Morelos.
La
luz de los restaurantes le gastó la vista.
Entró
en el Súper 7 como quien accede a una iglesia. De puntitas y sin hacer ruido.
No
le negaron el servicio o le invitaron a salir. O decirle que es solo para
nacionales o turistas.
Observo
detalladamente como los clientes entran, consultan, seleccionan el producto, pagan
y salen.
Esto
deber ser el cielo o un error le comentó al dependiente, una mujer viuda de
cincuenta años.
Ella
le respondió, eso depende del cristal con que se mire. Allá afuera hay más
hambre, robos y gente mala.
Le regalaron
una Pepsi kick, un cilindro y una gorra.
Llévesela
y pruébela. Son productos de introducción. Gratis.
Abrumado,
en el sillón de su habitación, abrió la botella de plástico, sudando de lo frio
que está.
Le
supo un poco rara.
No
tan mala como la que endulzan con remolacha en mi país.
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